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──No puedo creer que lo hice.──Susurro Firuze para si. ¿Ella había vencido a la gran sultana Hurrem? ¿Al gran amor del sultán Suleiman? No, eso era increíble incluso para ella.
──Sabia que lo lograrias Firuze.──Hatice sonrió dándole un leve abrazo a la mujer que tenía al lado.──Si todo sale bien, a partir de mañana te llamaremos;" Sultana Haseki Firuze."
La persa sonrió y asintió con la cabeza, a la vez que agradecía a Hatice y Raziye por haberla ayudado.
──le prometo que nunca le fallaré Sultana.──Sonrio Firuze.
“Siempre y cuando no interfiera en mis planes y me deje controlar el imperio como me venga en gana.”
Hatice se retiró de la habitación, dejando a Firuze con Raziye que ahora planeaban en deshacerse de Mihrimah.
Me apena que ninguna de las dos supiera que venía la tormenta que arrasaría con todos y a viviría el fuego de nuevo.
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Todavía no podía creer que su peor pesadilla estuviera ocurriendo delante de sus ojos, sin que pudiera evitarlo.
Suleiman se divorcio de ella, en la tarde se casaría con Firuze y por la mañana pasaría el resto de su vida llorando en el antiguo palacio, no vería nunca más a sus hijos, las palabras de Suleiman le retumbaban en los oídos.
Perdería todo lo que un día quiso y todo por no disculparse con Firuze, en estos momentos se preguntaba si no era mucho mejor disculparse con ella y seguir cuidando de sus hijos.
──Sultana.──Llamo Sumbul, apenado por el estado de su querida Sultana, a quien consideraba su amiga.──Me parte el alma verla de esa manera, saldremos de esto, usted es fuerte...
──No Sumbul, ya no hay nada que podamos hacer.──Murmuro Hurrem, quien parecía más un muerto que un vivo.──Ahora solo soy una vela apunto de extinguirse.
