Aitana
En mi trabajo todo había transcurrido con normalidad, me movía y actuaba como cualquier otro día, pero la verdad era que me veía como si un titiritero estuviera manejando a su marioneta. Inclusive, algunos pacientes que ingresaban al hospital, preguntaban si me encontraba bien, obviamente, forzaba una sonrisa mientras que de mi boca salían puras mentiras.
No podía evitarlo, mi corazón estaba sufriendo.
Mi mente no era capaz de olvidar todo lo que me había dicho Tobías…, no lo sabía, juro por Dios que no sabía lo que mi mejor amigo sentía por mí. Había compartido y convivido tanto con él que había llegado a pensar en si de plano no había sido lo suficiente como para no darme cuenta de ello. Pensaba en cuán mala amiga debí haber sido como para no notarlo.
Lo peor de todo; era que no tenía en claro mis sentimientos, me sentía confusa porque yo amaba a Tucker, pero por Tobías…, por Tobías sentía algo descomunal y a pesar de que no era correcto, no podía evitarlo.
Parpadee unas cuantas veces al escuchar mi nombre ser pronunciado por mi compañera. Me había estado contando de la cita que la noche anterior había tenido con su nuevo novio, pero en algún momento de su redacción, mi vista se perdió en los cristales de la entrada y ya no supe qué tanto me había dicho.
—Lo siento, me distraje —me excusé y ella suspiró.
—No, claro que no. Luces terrible, Aitana.
—Creo que enfermaré.
—Yo creo que no —me dió una sonrisa comprensiva—. Sabes que puedes hablar conmigo, ¿cierto? —dijo amablemente—. Sea lo que sea.
—Gracias Trish, pero creo que sólo necesito descansar.
—De acuerdo. Tu novio ha llegado —señaló con la cabeza hacia la puerta.El Impala rojo de Tucker se estaba estacionando a unos cuantos metros de la entrada.
Tomé mi pequeña mochila del asiento y me despedí de Trish, a continuación, caminé hacia la puerta, pero antes de que pudiera abrirla, Josep —el mismo chico que el doctor Jenkins nos había presentado la noche del evento—, corrió para hacerlo él mismo.
—Por favor, permíteme —me sonrió.
—Muchas gracias —le asentí con la cabeza al salir—. ¿Ha terminado tu turno? —pregunté con amabilidad.
—Así es, estoy libre para ir a tomar un café. ¿Te gustaría acompañarme?Aquella era la cuarta vez que me invitaba, pero siempre me negaba. No conocía con claridad sus intenciones y tampoco quería averiguarlo por respeto a mi novio.
—Pues me encantaría, pero … —me interrumpí a mí misma al desviar la mirada y observar a Tucker caminar en nuestra dirección.
Su rostro reflejaba enfado, seguramente, por haber estado conversando con Josep.
—, otro día será, muchas gracias —forcé una sonrisa antes de comenzar a caminar. No quería que Tucker perdiera de nuevo el control.
—Cuidate Aitana —se despidió y marchó con una severa mirada de Tocker en él.—¿Qué quería ese idiota? —me preguntó molesto.
—No lo llames así, él sólo…
—¿Te molesta que lo llame idiota? ¿Por qué? ¿Él te importa o algo así?
—Tucker, por favor —le supliqué—. Hoy no tengo cabeza para tu bombardeo de preguntas ilógicas.
—Pues si hoy no tienes cabeza para soportarme, me lo hubieras dicho para no interrumpirte con el Idiota ese —hizo enfacis en la palabra "idiota" antes de girar sobre su talón.
—Oye, oye —lo detuve de la mano e inmediatamente lo abracé.Él no me correspondió debido a su enojo, pero no me importó, yo no dejé de abrazarlo.
—No te enfades conmigo —besé su pecho—. Sabes que no interrumpiste nada, así que no tienes por qué decirme eso.
—¿Y qué esperas que piense cuando convives con él toda la maldita noche? —se apartó de mí con brusquedad y caminó hacia el coche.
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Aitana al acecho
Teen FictionAitana creyó que espiar a su vecino no era un crimen y, en cierto punto, no lo era ... No era un crimen hasta que en verdad se volvió uno. Una linda pesadilla de la cual debía despertar antes de que todo se fuera al demonio.