Capítulo 26 'Inesperada revelación'

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Tobías

Hacía tiempo que no me sentía como aquella tarde, cabizbajo, melancólico, un tanto lúgubre. No podía evitarlo, me sentía completamente solo, soledad que Aitana cómo única persona podía apaciguar, pero sin importar qué, no la buscaría, era claro que me preocupaba su relación con aquel imbécil, pero también estaba furioso con ella. No podía creer que estuviera tan cegada y permitiera el maltrato que él le brindaba.

Por más que no quería pensarlo, mis posibilidades de alejarla de ese cabrón se estaban agotando. Con cada día que pasaba, ella se enganchaba más a él, y eso no era todo, la ira acompañada de celos, me carcomía el corazón, el tan sólo hecho de imaginarla entre sus brazos, me arrebataba el sueño.

—¡Donna, espera! —el grito de Aitana me puso en alerta.

Por un momento creí que ya estaba quedando loco por escucharla, pero entonces...

—¡Voy a joderme a esa maldita! —gritó mi hermana en respuesta.

Con rapidez, alejé mi trasero de la cama y salí de mi habitación e inmediatamente, miré a las chicas en el pasillo, Aitana se interponía en el camino de Donna.

—¿Qué rayos sucede aquí? —me acerqué a ellas.
—¡Dile a Aitana que se aleje de mi camino! —exigió.
—Si lo hago, la bruta de tu hermana hará una locura.
—Si no querías que reaccionara así, no me hubieras mostrado el vídeo.
—¿Quieren callarse las dos y explicarme de qué vídeo hablan? —elevé un poco la voz.

—Hey, chicos —expresó mamá al subir el último escalón—. ¿Por qué tanto grito? —se acercó a nosotros.
—Estaba a punto de averiguarlo —le respondí y miré a las chicas—. ¿Y bien?

Ambas intercambiaron miradas antes de que Aitana comenzara a morder sus uñas.

—Mírenlo ustedes mismos —Donna me entregó el móvil.

Con mamá detrás de mí, reproduje el vídeo y no tardamos nada en ver de qué se trataba. Además de que era un profesor, era un amigo cercano a la familia de Brittany.

—Por Dios, ¿ella es ...?
—Sí —le respondí sin dejarla formular su pregunta.
—Yo sólo quería que admitiera lo que le había hecho a Donna —Aitana comenzó a excusarse—. Jamás imaginé lo que me iba a encontrar.
—Y no sabes cómo quiero besar tu trasero ahora mismo por esto —expresó Donna al arrebatarme el móvil de las manos—. Esa maldita zorra me las pagará —comenzó a caminar.
—Donna, espera —mamá la detuvo—. No te atrevas a hacer una locura. Deja que tu padre y yo resolvamos este problema.
—Este problema es entre ella y yo, mamá —se soltó de su agarre.
—Creo que mejor deberías dejar que ellos se hagan cargo —le dije.

Sinceramente, también quería venganza, quería exponerla de la forma en que ella lo había hecho con mi hermana, pero era mejor no actuar de la misma forma, no teníamos por qué ponernos a la altura de su retorcido y bajo nivel.

—Dejemos que ella misma cabe su tumba —añadí.

Donna pensó por un momento.

—Vamos al despacho de tu padre y hablemos —le sugirió mamá antes de mirar a Aitana—. Cariño, ¿podrías prestarnos tu móvil un momento?
—Ahm, sí, por supuesto.
—Bien, vamos —tomó a Donna del brazo y se alejaron.

Mientras tanto, Aitana y yo nos quedamos solos, pero no fue por mucho tiempo, luego de intercambiar miradas, giré sobre mi talón y caminé hacia mi habitación. Estaba claro que moría de ganas por hablarle, sólo que mi orgullo en ese momento pesaba más.

—¿Y es que piensas evitarme por siempre? —su pregunta me detuvo al abrir la puerta.

Me tomó un suspiro mirarla.

Aitana al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora