Capitulo 36 'Te encontré'

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Tobías

—¡Maldición, ya se los dije! —grité con desesperación—. ¡Yo jamás le haría daño a Aitana! ¡Demonios! —pasé las manos por mi cabeza—. Ella es … Ha sido mi mejor amiga desde la infancia —minimicé la voz—. Aitana sería la última persona en el planeta a la que le haría daño —añadí mirando con sinceridad al oficial que me interrogaba.

Era una locura, todo era una jodida locura. Me había convertido en el principal sospechoso sin saber ni un carajo de la desaparición de Aitana.

—Tobías —el oficial suspiró—. Todas las pruebas apuntan en tu contra.
—¡Son falsas!
—Entonces explícame cómo es que el auto de tu hermana, el mismo que Aitana conducía el día que desapareció, se haya encontrado en el lago Champlain. 
—Yo no lo sé.
—Hemos revisado con detalle las cámaras de vigilancia de la casa donde estuviste con ella. ¿Por qué discutían, Tobías?
—Por estupideces. No creo que eso sea relevante. Si en verdad ya vieron los vídeos, deben saber que después de eso ya no volvimos a pelear …, sólo nos amamos hasta que ella se fue.
—Tobías, trato de entenderte, pero me lo pones muy complicado.
—Se complican porque quieren, yo les estoy diciendo la verdad.
—La sangre en las pruebas que encontramos en tu habitación, coinciden con el ADN de Aitana, además, encontramos otros fluidos que coinciden con tu…
—Por supuesto que conmigo —lo interrumpí—. Recuerdo perfectamente que Aitana usaba esa ropa interior cuando desapareció y si mi ADN también está ahí, es porque tuvimos intimidad. ¿Es que no es obvio?
—Fuentes, déjanos a solas un momento —el alguacil Morgan le pidió al oficial y este salió.

A continuación, el alguacil tomó asiento frente a mí y me miró como si tratara de entenderme, pero yo sabía que estaba fingiendo, él me creía culpable.

—Tobías, si cooperas con nosotros, contará mucho en tu juicio. Piensa en tus padres, en tu hermana, lo que deben estar sufriendo en este momento.
—No me intente persuadir, mencionando a mi familia.
—Yo sólo quiero que comprendas que esto no es un juego, Tobías. El caso en el que estás involucrado es muy grave, así que déjame volver a preguntar, ¿dónde está Aitana?
—¡Que no lo sé! —volví a gritar—. ¿Cree que si lo supiera no la habría rescatado ya? ¿Cree que no hubiera hecho ya su maldito trabajo?
—Nosotros estamos haciendo nuestro trabajo, Tobías. Por algo estás aquí, arrestado.
—Pues lo están haciendo mal. Sólo están perdiendo su tiempo conmigo cuando el verdadero culpable está allá afuera.
—Y según tú, ¿quién es el verdadero culpable? ¿Tucker? —elevó las cejas con incredulidad.
—Eso es justamente lo que está haciendo mal, el no creerme que Tucker es culpable. Aitana y yo éramos los únicos que sabíamos de esa caja que encontraron en mi habitación y eso sólo me comprueba que fue Tucker quien implantó las pruebas en mi contra. Él debió obligarla para darle información personal sobre mí y así poder culparme.
—Tobías, aunque quiera, no puedo creerte —resoplé con frustración al apoyarme en el respaldo de la silla—. No sólo hay pruebas contundentes en tu contra, sino que también te tengo en un vídeo de mi oficina, husmeando en archivos confidenciales.

«Mierda»

—Yo sólo estaba buscando algo que pudiera ayudarme con la investigación.
—Y dime, ¿te sirvió de algo cometer ese delito?
—Sí —respondí con rapidez—. A su investigación que hicieron sobre Tucker, les faltó Marlie Foster. Deberían buscarla para que ella misma les diga todo lo que me dijo a mí y a ver si de una vez por todas, abren los ojos y se dan cuenta de que están cometiendo un error.
—¿Quién es Marlie Foster?

—Es suficiente —nuestro abogado familiar entró a la sala de interrogación—. No puede interrogar a mi cliente sin su abogado presente.

El alguacil suspiró al ponerse de pie.

Aitana al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora