Capítulo 39 '¿La mejor "decisión"?'

40 4 3
                                    

Aitana

Cena navideña

Mi ánimo no había mejorado mucho, aún veía en repetidas ocasiones las manecillas del reloj en espera de que este avansara con mayor velocidad, obviamente, eso no pasaba, incluso, creía que era todo lo contrario, pero..., a pesar de ello, aquella noche estaba dispuesta a salir de la habitación y convivir con las personas que amaba, sobre todo porque recordaba con mucho cariño la cena navideña, uno de los eventos favoritos de mamá.

—Listo —me dijo Donna con una sonrisa en el rostro—. Has quedado linda —me entregó un pequeño espejo para que me pudiera mirar.

Era verdad, mi rostro ya no tenía una apariencia horrible. Además de que los moretones estaban desapareciendo, Donna me había maquillado de manera que ya casi no se notaran.

—¿Te encuentras bien? —me preguntó al notar la nostalgia con la que miraba mi reflejo.

—Sí..., bueno, no lo sé —le devolví el espejo—. Todo lo que ha pasado es..., literalmente increíble y aún no sigo sin creer que haya sobrevivido para contarlo —suspiró mientras se sentaba en el borde de la cama para quedar frente a mí.

—Yo también me siento incrédula ante todo esto —confesó—. ¿Quién iba a decir que Tucker, ese chico tan guapo y sexy y...?

—Donna —le advertí.

—Lo siento, pero es que con todos esos músculos que tenía...

Fue mi turno de suspirar. A pesar de todo, Donna seguía siendo la misma.

—Lo que quiero decir... —continuó—, es que parecía un buen chico, que cualquiera que lo conociera no se imaginaría que era un psicópata.

—Lo sé, pero aún así, creo que desde el inicio de nuestra relación hubo señales, señales que yo ignoré.

—No debes culparte, hasta yo que soy más inteligente que tú, hubiera caído en sus encantos —giré los ojos.

—Donna, tú eres todo menos inteligente —gesticuló ofendida.

—¡Oye! Si me lo propongo, en un futuro ganaré un premio Nobel.

—Sí, de la estupidez —ambas sonreímos, aunque ella rápidamente dejó de hacerlo.

—Estás sonriendo —me miró con alegría y mi sonrisa se volvió tímida.

No lo había hecho desde..., bueno, ya saben desde cuándo.

—Estás volviendo a la vida, Aitana —se acercó para abrazarme.

No me incomodaba, sus abrazos ya se habían vuelto muy familiares en las últimas semanas, pero no concordaba con sus palabras, yo no estaba tan segura de que volviera estar siendo yo misma.

—Creo que te estás convirtiendo en una friki como yo —le dije y ella se retiró rápidamente.

—No blasfemes, Aitana —resoplé divertida—. Mejor vayamos a la cena, ¿quieres? —se puso de pie y comenzó a manejar mi silla de ruedas hacia la puerta.

Al salir de la habitación y llegar al recibidor, un sentimiento de nostalgia me abordó cuando miré todos aquellos adornos decorando la casa. Lucía bastante linda y literalmente, podías respirar la navidad con el sólo hecho de verlos.

—Fue un fastidio poner el árbol —me dijo Donna al acercarme a él.

—Pero valió la pena, ¿no es así, Aitana? —la señora Parrish caminó hacia nosotras, mostrando una sonrisa.

—Ha quedado muy hermoso, pero...

Me interrumpí a mí misma cuando Donna se colocó en cuclillas y me entregó un pequeño interruptor. Iba a preguntar porqué el enorme árbol no tenía sus luces encendidas y en ese momento lo entendí.

Aitana al acechoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora