Capítulo 6

606 83 4
                                    

{Nunca sabemos el impacto que puede tener una persona en nuestras vida. Ya sea malo o bueno.}

Sanji ya llevaba una semana junto a Zoro y sólo falto un minuto para que el rubio se diera cuenta del nefasto sentido de la orientación de este.

Las primeras horas desde que salieron de la casa del rubio estuvieron dando vueltas por el bosque, en una de esas vueltas Zoro no necesito que Sanji le dijera nada, bueno de todas formas no lo iba hacer pero ya con la expresión de este fue suficiente para que empezase el peliverde a enfurecerse contra los árboles.

Ya que eran los causantes de todos los males de Zoro, porque según él, no debían estar ahí. Una actitud infantil que en ves de irritar a Sanji, le parecía divertido. Es más de ves en cuando le gustaba chincharle con ello.

Pero en esos momentos era cuanto más se pensaba el rubio de si debía dejar su tontería de no hablar y comunicarse con él, estaba seguro que se divertiria aún más, pero el mismo pensamiento rondaba su mente. "Lo matarás"

Así que eso era suficiente para hacer que siguieran el camino en un ambiente más tenso de lo normal, esto no pasaba desapercibido para Zoro, era muy observador y se daba cuenta incluso cuando parecía que Sanji iba hablar, aunque nunca llegaba hacerlo.

-Cejillas vamos a campar aquí. Ya mañana llegaremos.

Zoro se tumbó en la fría hierva aunque no le importaba, fingía estar bien ya que sus sábanas se las dejo a Sanji. Él las necesitaba más.

Sanji dudaba de que fuera cierto, mejor dicho deseaba que no lo fuera. Cuando llegasen sus caminos se separarían hasta saber cuándo y eso le inundaba una gran tristeza en su corazón. A veces se arrepentia  de a verle encontrado, ya que así no hubiera irrumpido nadie en su soledad, aunque ese pensamiento duraba un micro segundo.

Zoro espero como habia hecho las noches anteriores a que Sanji durmiese.

-¿Estás despierto cejillas?

No hubo respuesta.

Zoro se giro en dirección a Sanji, observó como dormía durante unos minutos, le daba paz verle dormir.
Desde lo ocurrido en el bosque Zoro había experimentado horribles pesadillas y no quería que el rubio le viese en aquel estado así que cuando se  aseguraba que el rubio dormía profundamente se incorporaba para encender un pequeño fuego, se quedaba ahí sentado junto al fuego, luchando contra el sueño. Ese era otro de los motivos por el que se perdía, estaba agotado.

-Bueno cejillas ¿Cuando podré oír tu voz?
Me la imagino muy aguda y molesta, estoy seguro que es ridícula igual que tú cejas.

Zoro para entretenerse mantenía conversaciones estúpidas con Sanji dormido, obviamente en un tono que no lo despertase. A veces se imaginaba que Sanji se despertaba y le contestaba, pero eso no iba  a suceder, aunque Zoro no entendía el porque.

-¿Tanto te asustè que te deje sin habla?- Zoro sonrió con malísima.- ¿O tal ves mi atractivo?

No hubo respuesta como siempre.

-Vaya si que eres aburrido cejillas, así no puedo mantenerme despierto. Me pregunto si tú nombre será gracioso, estoy seguro que si debe ser un nombre ridículo.

Zoro siguió observando, miraba como si respiración bajaba y subía despacio pero constante, a veces se veía tentado con levantarle el flequillo y ver cómo sería su otra ceja o como se vería sin el flequillo, y tan solo de imaginarlo se sonreía divertido.

-¿Sabes? Te lo he mencionado algunas veces, me resultaste familiar, pero sobretodo tu cabello. A veces lo puedo ver en mis sueños.
Sueño con un chico dándome la espalda con tu mismo color de cabello. Ya hace algunos años de ello pero creo que intentaba ayudarnos, aunque fuese humano era un buen chico. Nunca supe más de él ni siquiera si se volvió fuerte, a veces escuchaba como se burlaban de él los otros niños. Pero cejillas los años pasan y la verdad ya no reconozco las pesadillas con la realidad. Algún día me gustaría volver a verle y decirle gracias.

¿Sabes? Hoy me siento más cansado de lo normal, me gustaría poder descansar pero sería vergonzoso que me escuchases la única persona que lo hacía era mi princesa. Me gustaba cuando cantaba y me calmaba, la extraño.

No se ni porque te cuento esto, debo estar majara ¿Verdad?

El peliverde siguió hablando de cualquier cosa que atormentaba su mente sin darse cuenta que sus ojos cada vez tardaban más en abrirse cuando pestañeaba y sin darse cuenta cayó dormido.

Al principio de su sueño fue como si nada hubiera cambiado, soñaba que seguía despierto hablando con Sanji pero  lo diferente fue que escucho a su princesa, Zoro asombrado se incorporó de inmediato siguiendo el sonido sin pararse a pensar en nada más. Llegó a una cabaña que estaba en medio del bosque el peliverde no entendía nada hasta que se dio cuenta, estaba soñando.

Zoro quería despertarse pero no lo conseguía y no sabía con exactitud lo que iba a suceder pero nada agradable así que intentó huir de esa cabaña pero no podía, volvía a ella una y otra ves. Cuando se resigno decidió entrar.

En la cama estaba su princesa sentada, no podía ver su rostro con claridad pero si podía escucharla.

-Zoro. -Le llamo con suavidad. -¿Dónde habías estado? Me tenías preocupada.

Zoro se acerco despacio o eso pretendía, ya saben cómo son los sueños.

Cuando se dio cuenta estaba acostado junto a ella escuchando una de sus canciones, se sentía tranquilo, incluso llegó a olvidarse del cejillas por completo.

-¿Sabes? No deberías estar aquí.

Zoro confundido intento levantarse pero la princesa no le dejo.

-Deberias a ver muerto en aquel incendio junto a los tuyos. Eres una molestia.

El corazón de Zoro dolía, que aquellas palabras salieran de su princesa era peor que cinco puñaladas.

-Asi que te ordeno que ardas en el bosque.

Y como buen dragón guardián, Zoro obedeció, salió de la cabaña para encontrarse ya en un bosque en llamas, en el se podían oír los gritos de sus compañeros. Se quedó allí esperando su muerte pero un grito le hizo volver a la cabaña.

No entendía lo que estaba pasando, veía como un montón de hombres sujetaban a su princesa e intentaban matarla, Zoro intento librarse de ellos pero no podía, parecían más fuertes. Uno le sujeto para que viera como acababan con ella pero de pronto no era su princesa si no el cejillas al que tenían.

-¡No lo hagáis!

La voz de Zoro no salía, intentaba una y otra ves gritar pero no salía ningún sonido. Era una escena confusa a veces parecía el rubio y otra su princesa a quien estaban asesinando. La impotencia inundaba el pecho del peliverde, era sin duda una de sus peores pesadillas.

-¡Zoro! ¡Zoro despierta!

Sanji fue despertado por unos gritos, sobresaltado se desperto y observo como Zoro gritaba mientras dormía, al acercarse se dio cuenta de la angustia en su rostro y como su cuerpo temblaba en sudor. Debía despertarlo pero no lo conseguía así que sin pensarlo empezó a llamarlo.

Al cabo de unos minutos Zoro consiguió despertar, estaba confundido no recordaba a verse quedado dormido.

-¿Estas bien, Zoro?

Zoro no podía creer que cejillas estuviera hablando, incluso pensó que seguía soñando.

-Lo siento.

Zoro abrazo a Sanji, no sabía nada, si era la realidad, si era un sueño. Solo necesitaba abrazarlo.

-Lo siento.

Decía Zoro una y otra ves, Sanji no entendia que le había pasado, simplemente le consolo porque aunque no lo veía sabía que estaba llorando, así que escondió su cabeza bajo su pecho mientras le acariciaba.

-No pasa nada. Estoy aquí, contigo.

-No pude protegerla.- Sollozaba mientras apretaba la camisa de Sanji.

-¿A quien?

-Mi princesa...

Sanji no entendia lo que le estaba diciendo, así que guardo silencio hasta esperar que Zoro se calmase.

Y así estuvieron los dos abrazados hasta que Zoro volvió a quedarse dormido, Sanji preocupado se quedó a su lado.

No sabía que iba hacer cuando despertara.

¿Se acordaría de que hablo? ¿Y lo que le dijo? Eran preguntas que aún no tenían respuesta.

Mi dragón guardiánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora