Capítulo 5: Nubaris. La ciudad flotante.

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Tras haber visitado el palacio real de Oniria, decidimos largarnos con Feéucon, halcón de Celestia, Hekas, brujita de Asteia y Demoncy, pequeño diablito que venía del mismo lugar que Hekas. 

Con Feéucon comenzamos a volar hacia lo más alto de Oniria. Demoncy iba el primero, yo iba el segundo y Hekas iba detrás. Desde lo alto alcancé a ver lo grande que era el palacio de Baldo y lo vasto que era el reino. Desde lo alto el enorme Bosque de Ensueño parecía una simple mancha con colorines. Mientras más íbamos subiendo, más pequeñito se sentía el palacio de Baldo y deseaba volver y que me mostrase más cosas inverosímiles de ese palacio. Incluso llegué a ver otros reinos al horizonte, un desierto, un lugar con numerosos cristales... Me emocionaba la idea de pensar que viajaríamos a 6 reinos más y la de aventuras que nos esperarían en cada uno de ellos. 

A medida que íbamos ascendiendo y ascendiendo, Hekas comenzó a advertirme de algo. 

—Eric —dijo la brujita dándome un toque en la espalda con su sombrero. Miré hacia atrás y vi que en su mano se lo sujetaba con fuerza para que no saliera volando—. Puedo notar que Feéucon tiene algo de hambre, debemos parar por algún sitio a darle de comer. 

Yo me quedé un poco confuso. ¿Qué pasa si Feéucon no come? O sea, que se muere, pero ¿Cómo notas eso?

 —¿Es urgente? —pregunté mirando al pájaro volando. Hekas puso su mano encima del pájaro y asintió. 

—Parece que va a haber que parar en alguna isla flotante del reino de Celestia —dijo observando el cielo rosado—. Pero para ello vamos a tener que atravesar el campo de nubes groseras. 

—¿Cómo que nubes groseras? ¿Qué es eso?

Ni si quiera me tuvo que responder, al pasar cerca de una de las nubes, de su parte superior brotaron unos ojos enfadados con entrecejo y nos comenzaron a seguir con la mirada. 

—Lárguense de aquí, patanes

—¿Qué? —dijo Demoncy mirando a la nube con cierta incredulidad. 

—¿Que narices hemos hecho? —dije algo enfadado mirando la dichosa nube. Pero en ese momento Hekas trató de calmarme. 

—No pasa nada. Son así, a parte conforme vayamos subiendo nos encontraremos con más. 

—Iros a soñar a otro lado, inútiles —dijo la misma nube.

En ese momento, vi a Demoncy sonreír con malicia, apuntó con su cola a la nube y le lanzó una guindilla, provocando que al comérsela se tornara roja, se hinchase demasiado y lanzase un rayo con fuego en algún lugar aleatorio de Oniria. Solo espero que no le haya dado al palacio de Baldo. Posteriormente se observó que solo quedaba una pequeña parte de nube con ojos y el entrecejo

—¡Demoncy! ¡¡Que ese rayo cae en Oniria!! Podría causar estragos. 

—Jijijijiji —rio maliciosamente. 

Una nube de color rosa se dirigió a Feéucon con odio.
—¡Eh, tú! Plumífero ¿No te da vergüenza cargar con estos sacos de pulgas?

—Vamos a perseguiros hasta que deis la vuelta, basuras flotantes. —añadió la nube azul. En ese momento comenzó a llamar a más gente—. ¡Vosotras, mirad! La cuadrilla del niño cabeza hueca nos viene a visitar. 

—¿Cómo que cabeza hueca? —pregunté inquieto mirando alrededor.

En ese momento comenzaron a llegar más nubes, algunas de color rosa y con cara de pocos amigos, mientras otras de color rojo, amarillo, azules...

—Mirad las pintas qué lleváis. ¡Vergüenza os tendría que dar! —gritaba una nube verde.

—Sois más molestos que una pesadilla mal contada —añadió la misma nube azul. 

Oniria: El Mundo de los Sueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora