Parte I: La odisea del soñador.
Una vez salimos de la casa de Elenia; Hekas, Demoncy, Feéucon y yo, pusimos rumbo hacia el primer destino que nos marcó la señora. Nos adentramos en una calle bulliciosa, flanqueada por altos edificios con fachadas con ornamentos dorados. Los ciudadanos se movían frenéticamente, entrando y saliendo de tiendas que exhibían productos exóticos. Los olores desconocidos impregnaban el aire, y el constante murmullo de la multitud llenaba el ambiente de una energía palpable. Observé con fascinación las tiendas callejeras, repletas de mercancías nunca antes vistas.
—¡¡Frutas celestiales!! ¡¡A tan solo 15 luros!! —gritaba un señor desde el otro lado.
Yo me di la vuelta para ver donde estaba mi grandioso guía halcón.
—¿Frutas celestiales? ¿A luros? —pregunté a Feéucon algo extrañado.
—Las frutas celestiales son únicas, cultivadas en tierras especiales que no encontrarás en otros reinos. Y los luros... bueno, son la moneda local. Cruac —respondió con su característico tono habitual.
—Está bien...
Mientras hablábamos, Demoncy se alejó del grupo, acercándose a una tienda callejera con movimientos calculados y sigilosos. Sus ojos brillaban con picardía al observar una pila de manzanas azuladas con tonos fosforescentes en una caja desatendida.
Con la agilidad de un felino, se deslizó agachado entre los compradores, su cola se movía de un lado a otro, esto lo ayudaba a mantener el equilibrio mientras se acercaba a su objetivo, pero también provocó algún que otro estornudo debido a la guindilla de su cola. Una vez agachado, en un movimiento rápido y fluido, su mano se extendió y agarró una de las manzanas, desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos bajo su capa.
Demoncy retrocedió lentamente. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de volver con nosotros, el dueño de la tienda, un hombre robusto con una gran escoba en la mano, se dio cuenta de la manzana desaparecida.
—¡Eh, tú! —gritó el hombre, apuntando con la escoba hacia Demoncy—. ¡Vuelve aquí, ladrón!
Demoncy, con la manzana en la mano y sorprendido por el tendero, dio un mordisco apresurado a la fruta. Antes de que pudiera disfrutarlo, el tendero ya estaba blandiendo la escoba con furia sobre su espalda, provocando algunos gruñidos de dolor. Con la lengua fuera, Demoncy corrió de vuelta hacia nosotros. A su llegada, nos mostró la manzana mordida con una sonrisa traviesa de oreja a oreja.
—¿Qué has hecho ya, Demoncy? —le pregunté, en una mezcla de enfado y curiosidad por el vistoso brillo de la fruta.
—Jijijiji, he traído una manzana —respondió, con una sonrisa traviesa, antes de darle otro mordisco.
La fruta emitía un brillo hipnótico, sus tonos fosforescentes bailaban bajo la luz del sol. Miré fijamente la fruta por unos instantes. Era una manzana que nunca antes había visto y su brillo provocaba en mí una enorme curiosidad y atracción.
—Eso es una manzana del erebo —añadió Feéucon mirándome de reojo—. Crece con la luz de la luna. Es bastante más dulce de lo normal.
—Hmmm es bastante más dulce... —dije acercándome a la manzana de Demoncy—. ¿Puedo probar?
Demoncy me cedió su manzana, pero colocó su cola por debajo, provocando que al darle el bocado sienta un picor extremo que me hizo gritar.
—¡¡AAAAH!! —en seguida Hekas y Feéucon me taparon la boca mientras una multitud de gente nos observaba indiferentes...
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Oniria: El Mundo de los Sueños.
FantasyEric nunca fue el mismo después del accidente que le arrebató a su mejor amigo seis años atrás. Desde entonces, su vida ha sido una sombra de lo que solía ser: vacía, plagada de recuerdos dolorosos, y con amigos que no terminan de sentirse reales. C...