Después de haber derrotado a aquel Zephiro y conseguido su cristal, me dirigí hacia Hekas y Demoncy que aún se encontraban tensos por lo que acababan de ver.
—¿Estás bien? —preguntó Hekas asustada posando su mano en mi brazo—. Estás bastante nervioso.
—Venía a preguntároslo a vosotros —sonreí—. ¿Estáis bien?
—Sí, estábamos asustados por vosotros.
—Genial, entonces ya podemos irnos —dije guardando el cristal en la mochila.
Hekas suspiró algo cansada.
—¿A dónde?
—Pues a la isla, creo que aún nos pueden llevar. Si nos damos prisa.
—¿No podemos descansar un poco? —preguntó Demoncy con la lengua fuera.
—Ya descansaremos allí. Ahora no es momento.
En ese momento escuchamos a Feéucon quejarse.
—¡Cruac! Ayuda.
—Ey...
Me acerqué a él preocupado porque le podía haber pasado algo. Estaba tumbado en el suelo, respirando y algo debilitado. Tenía la pata algo chamuscada por el rayo que lanzó el Zephiro. Pensé que logró esquivarlo pero no fue así. En un momento dado, cambió de forma a un pájaro mucho más pequeño.
—¡Feéucon! —dije, sintiendo su respiración—. Hekas, ¿Puedes hacer algo?
—Creo que sí, déjame verlo —Hekas posó su mano sobre la pata del halcón, esta se iluminó por unos instantes logrando una breve recuperación.
—¿Mejor? —dije mirándolo atentamente.
—Sí. Mejor.
—Te he quitado el dolor, pero la pata aún sigue mal. No creo que sea nada grave, pero por ahora sería mejor que no la fuerces mucho.
El halcón asintió.
—Te va a tocar ir encima del hombro de Eric.
—Sí—reí—. Vas a ser mi lorito. —dije rascándole la cabeza, pero me dio un picotazo—. ¡Au!
—¡Cruac! ¡No soy un loro!
—Arrrr marineros y trúhanes —Feéucon volvió a picotearme el cuello.
—¡Ah! Para ¡Para! ¡Solo estaba bromeando! —dije arrepintiéndome al instante.
***
De vuelta en Nubaris, me sorprendió lo rápido que amanecía, como si las noches aquí apenas duraran. Con la ayuda de Hekas y los conocimientos de Feéucon sobre remedios naturales, conseguimos mejorar su pata lo suficiente como para que diera pequeños vuelos, aunque se tropezaba aún con la pata, lo cual me quitó la ilusión que me había venido de golpe.
Después de animarle, seguimos por las bulliciosas calles hacia mercaflota. Cautelosos por el anterior recibimiento, subimos las escaleras y encontramos a Phil en una acalorada discusión con el vendedor.
—¡¡Yo estaba a-aquí primero!! —gritó Phil bastante alterado, al mismo tiempo que su alborotado pelo se movía en diferentes direcciones con cada movimiento de cabeza brusco.
—¡Y yo acordé contigo un trato para vender aquí mis materiales! —dijo tratando de ponerse en su tienda.
—M-me robas clientes.
ESTÁS LEYENDO
Oniria: El Mundo de los Sueños.
FantasíaEric nunca fue el mismo después del accidente que le arrebató a su mejor amigo seis años atrás. Desde entonces, su vida ha sido una sombra de lo que solía ser: vacía, plagada de recuerdos dolorosos, y con amigos que no terminan de sentirse reales. C...