La corte del rey Baldo era un poco extraña, nos presentó a dos mayordomos con formas de alfil de ajedrez. Eran bastante serios y muy rectos, en sus piernas se notaban unos pantalones anchos y rojos en uno de los alfiles y estrechos y azules en el otro. Sus brazos acababan en una especie de muñones que no eran manos. Me parecía bastante extraño. Además, no hablaban mucho, solo realizaban gestos a modo de defensa.
—Buenas, señores —lo vi hacer una especie de gesto raro con la mano de arriba a abajo como si fuera un golpe de kárate en diagonal y luego en horizontal de izquierda a derecha que yo traté de imitar. Fue entonces cuando se pusieron en posición de defensa amenazándome con su muñón lo cual me hizo gracia en un momento hasta que vi que sacó un puñal de ahí.
—¡Ay! —me escondí tras Baldo quien no dudó en defenderme con un color ligeramente verde y rojo.
—¡Eh! Relajaos, falsa alarma —les dijo. Posteriormente utilizó sus poderes psíquicos para moverme al medio—. Chico, los saludos reales solo los puedo hacer yo, si los haces tú te verán como un usurpador del rey y te atacarán.
—¿Y cómo quieres que salude?
El fantasma frunció el ceño.
—¿Cómo saludáis en vuestro estú... en vuestro mundo?
—Así —moví la mano de un lado para otro
—Bueno, pues haz esa cosa rara.
—Holaa —saludé moviendo la mano de un lado para otro mientras el rey y los alfiles me miraban haciéndome sentir gilipollas.
—Madre mía... —comentó Baldo llevándose las manos a la cabeza—. En fin, Scalevek, Scalfil, llevaos a este muchacho a la sala de las esperas mientras voy en busca de vagos sueltos por el palacio —posteriormente me miró fijamente—. En cuanto a ti, no los enfades mucho. No tienen nada de paciencia, ya van varios visitantes apuñalados oníricamente por ser unos tremendos inconscientes.
Acto seguido Baldo parpadeó y desapareció mientras yo me preguntaba como se apuñalaba a alguien oníricamente cuando de repente los dos alfiles hicieron una especie de pose rara y uno de ellos me cogió a lo alto de su espalda para mi total sorpresa.
—¡Ah! ¡Eh! —dije algo molesto—. Que puedo caminar perfectamente, dejarme en el suel...
El otro alfil sacó uno de sus puñales delante de mi cabeza, provocando mi irrevocable silencio. Mientras me llevaban al palacio me fijé en el techo, que era como un pastel en el cual había una especie de animalitos extraños parecidos a arañas comiéndose el techo mientras unos monitos lo reconstruían poniendo más pasteles. No sé a quién se le ocurrió la idea, pero suena a que hay un problema de organización.
Me seguí fijando, habían distintas salas repartidas por todo el palacio, entre ellas me llamó la atención "la sala de los apuñalamientos", la verdad que estos alfiles tenían pinta de ser muy peligrosos si tienen que hacer una sala solo para cuando decidan apuñalar. También me fijé en otra sala que ponía "Sala de accidentes estúpidos" en el que había un Bubblin sin burbuja con un palillo atravesado, un flamenco atragantado con una flauta que cada vez que estornudaba sonaba bastante fuerte y un hurón lila que no sabía exactamente qué le pasaba hasta que vi que le brillaba el estómago con un tono rojo. Una escena... curiosa.
El palacio, además, parecía estar hecho de algunos elementos oníricos, pues se notaba cierta niebla en los pasillos, espejos en los cuales me llegué a ver pero parecía una especie de versión alternativa de mí mismo, parecía más... malvado, y eso me dio algo de mal rollo. Lo interesante es que los alfiles se reflejaron como dos alfiles pequeños con cara tierna. De repente noté un giro brusco y me hizo volver mi mirada al pasillo.
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Oniria: El Mundo de los Sueños.
FantasyEric nunca fue el mismo después del accidente que le arrebató a su mejor amigo seis años atrás. Desde entonces, su vida ha sido una sombra de lo que solía ser: vacía, plagada de recuerdos dolorosos, y con amigos que no terminan de sentirse reales. C...