Capítulo 3

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Yegua

Sabado/17 de Julio

Olivia

Bueno Elias no se equivocó al decir que hoy seria un dia mas atareado, por lo regular el sabado es el mas ocupado, ya que la mayoría agenda citas de chequeo en este día, algunos por el trabajo, otros porque es cuando cobran su sueldo, entre más razones.

Tengo la sala de espera llena, mientras le hago chequeo a un minino que está perdiendo su vista, es un gato de 13 años, uno de los más cariñosos que conozco.

A veces mi profesión puede ser muy difícil, aparte de las cirugías y tratamientos, cuando un animal muere, es lo más triste de todo.

Término de atender a todos los pacientes a las cuatro de la tarde, sin descanso alguno, no he comido, por lo que me ruge la tripa.

Ordeno una hamburguesa de un local que tiene servicio a domicilio. Mientras llega me pongo a limpiar el lugar, cuando asomo la vista por la ventana veo a lo lejos el cielo, de un gris oscuro, amenaza con una fuerte lluvia.

Cierro el local a las nueve de la noche, tomó las llaves del auto de Elias y entro en él. En el transcurso del camino me encuentro un puesto de tacos y no desaprovecho la oportunidad.

Cuando estoy en casa mis abuelos están viendo la televisión, bueno mi abuelo, mi abuela está bien dormida.

-Ya llegue- digo y mi abuela da un pequeño salto.

-Que bueno becerrita ¿como te fue?- me pregunta mi abuelo sin apartar la vista del televisor.

-Bien, hoy estuvo lleno el consultorio, estoy agotada.

- Lo bueno es que ya llegaste mijita ¿que te preparo para cenar?- dice mi abuela.

-No abue, ya comí gracias, bueno me voy a bañar, los quiero- se escucha un fuerte relámpago y después el sonido de la lluvia golpeando el suelo.

-Vaya hasta que llovió, la parcela ya estaba muy seca- mi abuelo se asoma por la ventana- no parece que se vaya a quitar en un rato.

-Bueno, tienes suerte- le doy un beso en el cachete de forma de despedida, a mi abuela se lo doy en la frente.

Salgo de la ducha con la toalla enredada a mi alrededor. Entra una llamada a mi celular, es Elias, sonrio y contesto

-¡Hola!

-Hola preciosa- siento como me sonrojo- entonces si sobreviviste- dice en tono burlón.

-Apenas

-¿Como te fue?

-Bastante bien, sin quejas- busco ropa en los cajones.

-Que bien, espero asi siga, oye un favor- me dice algo preocupado

-Mmm si dime- me siento en la orilla de la cama

-Un amigo de mi papá vive a las afueras de la ciudad, nos acaba de informar que a su yegua se le adelantó el parto pero tienen algunas complicaciones, nos pidio que fueramos pero por obvias razones no podemos- me lo dice todo muy rápido, apenas y logro entender- podrias ir tu por favor.

-¿Ahorita? Es que está un aguacero- camino a la ventana y claro que no me equivoco.

-Porfavor preciosa, es que el señor no le tiene confianza a otro consultorio, andale ¿si?

Pienso todo, no estoy muy segura de querer hacerlo, trabajo es trabajo claro que sí, pero no se si esto es abuso o que, pero al final termino aceptando, no me gusta quedar mal.

Amor PeligrosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora