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—Te está mirando.

—No lo hace.

Mi mejor amigo era un terco. Siempre estaba conmigo, pero me disgustaba esa faceta de él, cuando quería convencerme de hacer o creer algo que él quería. No todo giraba a su al rededor todo el tiempo. Era algo que tampoco había aprendido para mí mismo, por desgracia.

—Si voltearas, te darías cuenta.

—No me importa si me mira. Cállate, Raptor.

—No, hasta que te des la vuelta y veas que te está mirando.

No quería hacerlo, eso sería darle pase libre a que se cruce en mi vida cada que quisiera. Apesar de que el muchacho era lindo, no quería eso.

—Míralo, Timba.

Volteé a verlo por primera vez, con algo de temor por lo que fuera a provocar. Mas no ocurrió nada, de hecho el muchacho ni siquiera me estaba viendo. Ajeno completamente a mí, se encontraba sentado en las rodillas de otro muchacho del que sí conocía su nombre. Javier. Cabello negro y grandes ojos azules, él era pequeño y menudo, pero parecía contento soportando el peso del irreal encima suyo. Formaba parte del equipo de fútbol masculino de la universidad. Los observé por un rato, detallando el cariño con el que se miraban y la forma tan delicada en la que Javier acariciaba los rizos castaños del otro. De alguna forma, contrastaban bien sus distinciones.

La risa de Raptor a mi costado terminó por molestarme. Me había mentido descaradamente sin importarle herir mis sentimientos. Me levanté de la banca solitaria y me dirigí fuera del comedor, dejándolo riendo solo.

Horas más tarde, me encontré con el muchacho en una de mis clases. Me perdí su presentación porque estaba dormido, pero se tomó asiento a dos bancos a mi izquierda, en diagonal, pude verlo con claridad después de despertar. Y también lo que siguió de la clase. Por detrás, su cabello parecía un diente de león marrón.

Me estaba persiguiendo.

adore u // mikembaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora