II

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I sat alone, in bed till the morning


—Háblale.

—¿A quién?

—Está aquí, en la biblioteca.

No le hice caso. Raptor se estaba aburriendo de leer, otra vez. Me pateaba la rodilla por debajo de la mesa para ponerle atención, pero yo seguía ignorándolo.

—Anda, Timba. Está solo y debe estar tan aburrido como yo.

Con tal de que me dejara de golpear, miré hacia donde apuntaba discretamente con la cabeza. Era él, claramente, el muchacho castaño leyendo en la otra mesa. Aparté la vista rápido, como si se tratara de alguien peligroso.

—No iré. Además, se ve interesado en su lectura.

—Le hablaré yo, entonces.

Me asustó la convicción en sus palabras, pero no le creí hasta que lo noté levantarse de la mesa y caminar a zancadas relajadas en su dirección, con las manos metidas en los bolsillos y tarareando nuestra canción favorita. El pánico me invadió de inmediato, tanto que apenas pude levantarme y tropezar con la alfombra extendida a lo largo del suelo de lectura. Raptor se acercó demasiado a su mesa, y yo sin pensar grité una negación en voz alta.

—¡No!

Todos voltearon a mí en seguida, incluso Raptor y el muchacho castaño. La bibliotecaria me pidió respeto para mis compañeros y yo, apenado, me disculpé tantas veces como pude con los pocos alumnos del aula. Luego llegó el turno de dirigirme al muchacho, quien me veía con curiosidad desde mi grito. Raptor ya había desaparecido de la escena, desagradable.

—Lo siento...

—No hay problema —musitó, sonriendo levemente. Ladeó la cabeza como un cachorrito curioso—. ¿Querías decirme algo?

—Uhm, n-no. ¿Por qué lo preguntas?

—Me pareció que ese "no" era dirigido a mí.

—¡No, no! No era para ti... —exclamé, bajando severamente la intensidad de mi voz para no volver a ser retado. Por intuición, eché un vistazo al escritorio con la bibliotecaria detrás, pero ella ni siquiera movió un pelo de su ceja.

—¿Eres Rubén, cierto?

Eso me sorprendió, tanto que no pude evitar que mi mirada se volviera a dirigir hacia él sin preocupación por los músculos de mi cuello.

—¿Sabes mi nombre?

—Me han hablado sobre ti, sí —dijo, riendo un poquito antes de indicarme con una mano que me sentara a su lado. Temblé, pero logré disimularlo al obedecerle—. No han sido cosas malas, no te preocupes.

—Eso... Me alivia, la verdad. Uhm... ¿Tú cómo te llamas?

—Soy Miguel. Miguel Bernal, mucho gusto.

En una fila de libreros frente a mí, visualicé a Raptor con los pulgares arriba en una evidente muestra de orgullo. Su apoyo me rejuveneció.

—Disculpa pero, de hecho, sé muy poco sobre ti —tuve el valor de hablar de nuevo, interrumpiendo nuestras lecturas. Mi tono de voz fue mucho más confiado que hace unos minutos, y Miguel no tardó en dirigirme la atención con cortesía—. ¿Eres alumno nuevo?

—Lo soy. Mencioné eso en la clase que estabas durmiendo —contestó con burla, a esas alturas ninguno de los dos le ponía atención a los libros que anteriormente acaparaban nuestra mente. Sonreí por la pequeña situación en la que nos comprometimos.

—¿Me viste?

—¡Toda la clase te vio! Parece que la maestra ya está acostumbrada a verte dormitar en su clase.

Me reí a la par de él, mas con vergüenza que por gusto. La mayoría de mis maestros lo sabía, y tenía un pequeño justificante que me evitaba los regaños y reportes. Supuestamente mi madre le había mandando una nota el primer día de clases en el que avisaba que yo le hacía el favor de cuidar a mi hermano menor mientras ella trabajaba. Ni siquiera tengo hermano menor, y por suerte mi mamá ni siquiera lee los documentos en los que deja su firma. Mayo me había intentado convencer de que mentir de esa forma estaba mal, pero no me conservé las ganas de una pequeña travesura.

Hablamos poco aquella ocasión en la biblioteca, hasta que Miguel se tuvo que despedir diciendo que su novio lo esperaba para irse. Fue muy tarde cuando olvidé la pregunta fundamental que pude haberle hecho. El castaño se había despedido con la mano y un tímido "hasta luego". Me di cuenta de que, en realidad, no era irreal.

adore u // mikembaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora