Él también la había observado de pies a cabeza y ella lo había notado en sus ojos rasgados, perdidos en las curvas de su cuerpo.
—¿Erick? —Isaure no tenía palabras, quería arrancarle la ropa ahí mismo donde estaba.
—¿Gustas pasar? —le invitó con tono despreocupado.
—¡No! —Erick, quien ya estaba entrando, se detuvo y volteó a mirarla nuevamente, sorprendido—. Lo siento, pero... ¿qué haces aquí?
El ruso frunció el ceño y luego salió de la habitación, cerrándola tras él.
—Ayer perdiste esto —sacó de su bolsillo la tarjeta de acceso a la habitación y se la entregó.
—¿Por qué...?
—Creo que no lo recuerdas, pero soy el dueño de Les Deux Lunes —explicó en tono más amable de lo normal.
Era cierto, no lo recordaba en absoluto después de todo lo que había pasado.
—Ayer fui informado de tu ingreso, pero luego te fuiste sin hacer el check out —sonrió nuevamente haciendo que el corazón de Isaure se acelerara—, qué maleducada.
—Tuve una emergencia. No creí que fuera a causar algún problema.
Sabía que no tenía nada que explicarle, pero quería hacerlo igual.
—No sabía que me importaras hasta que me preocupé por ti de la forma en la que lo hice —Erick hablaba de forma calmada y directa—. Encontraron la llave de tu habitación en el lobby e hice revisar cada grabación de las cámaras de seguridad hasta asegurarme que habías salido a salvo de mi hotel... pero no te pude localizar luego de eso, así que pedí a las recepcionistas que me avisaran si volvías y decidí revisar la habitación para encontrar alguna pista.
—No sabía que fueras detective —se burló ella y la expresión de Erick enfureció en cambio.
—No confío en las autoridades. Cuando algo o alguien me importa, prefiero encargarme por mi cuenta.
—¿Y desde cuándo te importo yo? —preguntó cautelosa.
—Estoy obsesionado contigo desde que te vi en la boda de Daphne... te veías hermosa, sensual, pero, al mismo tiempo, tu mirada oscura y llena de fuego hicieron que mi mente no dejara de esbozarte una y otra vez... Desde entonces, sólo deseo tenerte para mí —su intensa mirada encendió un fuego dentro de Isaure que nunca antes había despertado ante otro. Era ahora o nunca e Isaure debía decidir rápido si aprovecharía el momento.
Cogió la tarjeta y abrió la puerta de la habitación, tomándolo por el brazo, lo guió hacia la cama. Él le permitió hacerlo, incluso lanzarlo sobre el colchón y subirse en su cadera.
Sólo la detuvo cuando ella empezó a quitarse la ropa.
—Despacio, ángel... jugar con demonios podría oscurecer tus alas.
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Ojos de Luna - LeoKat
Romantik"Quizás la magia no está en la luna, sino en quien piensas cuando la ves brillar" ...