Isaure se dirigía a casa de Marie, su guardia de seguridad conducía el auto mientras la griega le escribía un mensaje a su prima para asegurarse de que Artemisa estaría bien sola.
«Aliméntate bien y descansa un poco» Tipeó sin esperar realmente una respuesta. Pero, para su sorpresa, Artemisa respondió:
«Estaré bien, Aure» Isaure no pudo evitar sonreír al leer que su prima usaba, después de tanto, el diminutivo de su nombre.
El guardia se detuvo frente a la verja de la Mansión Dupont mientras el personal de seguridad chequeaba sus datos. Un minuto más tarde, ya estaban aparcando frente a la entrada principal, allí ya se encontraban Marie, Annette y Gummie pasando el rato. Las tres jugaban UNO de forma muy acalorada entre risas y gritos, ellas esperaban a Isaure para empezar a hornear.
—¡Ey, Izzie! —la saludó Marie—. Juguemos una partida más antes de... —la palabra "cocinar" no terminó de salir de sus labios, de hecho, todas sus amigas se habían quedado sin palabras al ver a Isaure salir del auto, llevaba un vestido verde elegante, medias pantis negras y botines de tacón alto, parecía que, en vez de una reunión de amigas para cocinar postres, estaba llegando a una cita a ciegas.
—Izzie... ¿Vas a cocinar así?
—Descuiden, solo necesito mi delantal —respondió sin darle mucha importancia— ¿empezamos ya?
— No, no, no, Isaure Fengari —la atajó Annette—. ¿A dónde vas tú tan arreglada?
—Pues, a la cocina —se rio bromeando un poco, pero sus amigas la miraron con cara de acusación—. Es sábado, niñas, hoy doy clases de piano.
Annette y Marie se miraron de forma sospechosa, sin embargo, no hicieron más preguntas.
Entraron a la cocina de Marie e inmediatamente se pusieron manos a la obra. Cuando las cuatro amigas se reunían, siempre planeaban algo especial, alguna actividad que las hiciera trabajar en equipo, especialmente Isaure, quien detestaba salir de su casa sin un propósito en mente. La Fengari estaba feliz de tener amigas con quienes compartir una afición tan especial para ella como lo era la cocina y, después de la tormenta que había atravesado esa semana, ellas eran las únicas que hacían su vida menos caótica de lo que era.
Todas se encontraban reuniendo ingredientes, sacando utensilios y preparando las máquinas cuando Marie, la anfitriona, las animó a conversar un poco sobre cosas menos triviales.
—Tenemos semanas sin podernos reunir todas, sacaré el vino para empezar la hora de confesiones —Gummie estuvo de acuerdo, la coreana bebía cada vez que necesitaba hablar sobre un tema difícil para ella. Isaure la miró con preocupación y su amiga le devolvió la mirada entre risas nerviosas.
Una vez que brindaron y bebieron la primera copa, soltó al fin lo que la había estado atormentando:
—Nick se inscribió en clases de Español y me está torturando con su carisma —Soltó Gummie como si se tratara de una tragedia.
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Ojos de Luna - LeoKat
Romance"Quizás la magia no está en la luna, sino en quien piensas cuando la ves brillar" ...