16 - Brote

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Elisa regresó al cuartel de las CES para firmar su reingreso en el cuerpo. Ethan aprovechó el momento a solas para disculparse una vez más, justificando su decisión de haberla sancionado en base a lo mucho que ella le importaba. Nunca se hubiera perdonado perderla por no haber actuado como un jefe. La agente comprendió las intenciones de su amigo y le agradeció que siempre estuviera pendiente de su bienestar.

La sargenta, tras pasar por el vestuario para asegurarse de que sus pertenencias estuvieran listas, se reunió con sus compañeros en la sala de ocio. Había poco trabajo en las calles ese día, por lo que básicamente lo dedicaban a entrenar y a adaptarse al nuevo uniforme.

―¿Qué opinas de los nuevos trajes de gala de las CES? ―le consultó James.

―A pesar de que parecen livianos, se nota que están reforzados y bien compartimentados. Pareceremos superhéroes. No tendré el mío hasta la semana que viene, así que no sé qué tan cómodos son ―respondió Elisa.

―Créeme, son muy cómodos por dentro ―afirmó Tanque.

―Y son más ajustados. Mira los melones que se le marcan a Tatiana ―bromeó James―. A Mei se los agranda a nivel de percepción.

―Es que no tiene los pechos tan pequeños como parece ―objetó Stuart, acordándose de más momentos íntimos que había compartido con la médica durante la semana.

―James, pues a ti no es que te favorezca en nada ahí abajo. ¿Conoces el truco de los calcetines para rellenar lo que te falta? ―se mofó Mei, despertando una risa colectiva.

―Estás muy alborotada desde que paseas con Adams. ¿Ya habéis tenido tema? ―insinuó James.

―Ya empiezan ―murmuró Leonard, que volteaba cartas sobre la mesa.

―Solo somos amigos ―aclaró Mei, aunque recordó que había salido más veces con Adams esos días y que había vivido travesuras con él.

―Elisa, ven. Tenemos temas de chicas pendientes. ―Tatiana la apartó del resto para hablar con intimidad.

―Joder, ¿qué pasa en las calles últimamente? Las FOP tiene trabajo como nunca ―enfatizó Richard al poner las noticias, pues reportaban los recientes crímenes cometidos en los callejones de la ciudad, rememoraban los atentados en los hospitales, e informaban sobre una zona residencial donde los habitantes habían perdido el juicio y se mataban unos a otros. Algo similar ocurría en el campus de la universidad y en un instituto.

―Por Dios. La gente no está bien ―comentó Elisa.

―Estás desaparecida. ―Tatiana captó su atención al tomarla por la barbilla―. Pensé que me visitarías uno de estos días, pero ni me has devuelto las llamadas y los mensajes. ¿Va todo bien?

―Lo siento, Tatiana. Sí, todo está genial por fin. Esperaba verte para contártelo en persona, así es más emocionante.

―¿Qué tienes que contar? ―indagó Tatiana con interés.

―Sigo viéndome con Evan. ¡Por fin lo hicimos! Lo hacemos todos los días. ¡Es increíble! Creo que me he enamorado por primera vez ―le contó Elisa repleta de entusiasmo.

―¡Qué pilla! Te noto feliz y eso me alegra mucho. Imagino que Evan debe ser muy bueno en la cama para que estés así de radiante al referirte a él ―expresó Tatiana con picardía, aunque los celos la mataban por dentro.

―¡Ni te lo podría explicar! Es muy intenso. Tengo medio cuerpo lleno de arañazos, ni los noto cuando me los hace.

―¿Y si lo traes para que lo conozcamos? Follará muy bien, pero necesita nuestra aprobación de amigos ―planteó la risueña Tatiana, anhelando ponerle cara al hombre que había cautivado a Elisa de esa manera.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora