28 - Huida

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Mei, a pesar de sufrir por el triste final de Adams, intentaba entablar una conversación con Leonard mientras le trataba la herida reciente para que no se viniera abajo, pero él no la escuchaba. Su mente estaba atrapada en el recuerdo de la explosión que le había arrebatado a su amada y a sus amigos, aunque no era el único que atravesaba por ese estado. Ethan se había sentado en un rincón y también revivía el instante en el que perdía a prácticamente todo su equipo. Tanque, por otro lado, tampoco se libraba del desmoronamiento que lo había poseído durante el respiro que se tomaban. Elisa, al igual que ellos, afrontaba un cúmulo de emociones y abrazaba a su hermano como consuelo.

—Esto es una mierda... —se quejó James, que estaba apartado con Tatiana, Richard y Stuart—. ¿Qué hacemos?

—En cierta manera, cada uno ha perdido a un ser querido. Están destrozados —murmuró Tatiana mientras miraba al resto.

—No podemos quedarnos aquí. Si no nos movemos, ese tal Evan encontrará la manera de alcanzarnos —planteó Richard.

—Tienes razón. Hay dos puentes más abajo por los que puede cruzar a este bloque con todo un ejército de zombis, aunque no me extrañaría que saltara de una azotea a otra o que se columpiara con esos jodidos tentáculos. Si no nos damos prisa, nos sorprenderá aquí —puso de relieve Stuart.

—¿Y qué hacemos? ¿Salimos a la calle? ¿Buscamos otro helipuerto? —cuestionó James.

—No tenemos suficiente munición como para enfrentarnos a un ejército de hostiles y mucho menos a ese Evan. Salir a la calle es un suicidio. Quedarse aquí también lo es —expuso Tatiana, resaltando la cruda realidad.

—¿Creéis que seguirán enviando helicópteros para evacuar? —les consultó Richard.

—No han enviado más transmisiones al respecto —informó Stuart con desaliento.

—Estamos jodidos —subrayó James, sucumbiendo ante el pesimismo.

—No, tiene que haber alguna forma... —Tatiana recurrió a su ingenio hasta dar con una opción—. ¿Y las alcantarillas? Tal vez podamos atravesar la ciudad por ahí, ya que los muertos están en la superficie.

—Sí, sí. Podría ser una buena idea —asintió Stuart y, esperanzado, buscó los planos del sistema de alcantarillado en su ordenador—. Podríamos acceder desde el punto más cercano. Nos moveríamos como si fuéramos invisibles. Si atravesamos por aquí, podríamos llegar al edificio La Pirámide.

—¡Bien! Tenemos un plan —exclamó Tatiana.

—Pero tendremos que salir a la calle sí o sí —les recordó Richard.

—Mientras Evan no nos vea, será pan comido —dijo James, recuperando el optimismo—. Saldremos por la puerta de atrás.

—Ethan, es hora de moverse. Nos desplazaremos por el sistema de alcantarillado hasta el edificio La Pirámide —informó Richard, devolviendo a los demás a la realidad.

—Buen trabajo, chicos —dijo Ethan, aunque sus ánimos no estaban del todo recuperados.

Poco después de iniciar el descenso por las escaleras, los ecos de incontables gruñidos invadieron sus oídos. Una plaga de zombis se dirigía hacia ellos. No había escapatoria.

—¡Mierda! Ese maldito Evan es muy listo. Debió guiarlos por el puente de abajo —intuyó Stuart.

—¡No hay a dónde ir! —enfatizó Mei, presa de la repentina tensión.

—Me quedan algunas granadas... —resaltó James como alternativa.

—¡No! —se opuso Tatiana—. Así sabría que seguimos aquí. ¡Usemos las escaleras de los ascensores!

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora