27 - Atrapados

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Cuando los amigos de Tanque se percataron de que había vuelto solo y Ethan confirmó sus sospechas con un gesto en las sombras, se le acercaron para darle el pésame. A pesar de que él se esforzaba para aparentar que estaba bien, ellos sabían que estaba destrozado por dentro. Cualquiera habría corroborado cuánto amaba a su difunta familia.

—Lo siento, hermano. —James le dio unas palmadas en la espalda.

—Tanque... —decía Leonard, pero este lo interrumpió.

—¡Basta! —bramó Tanque con furia—. No quiero seguir escuchando nada sobre mi familia. ¡Están muertos! No necesito que me lo recordéis. —Tanque, adoptando una postura fría y agresiva, se apartó de la gente.

—Intenta calmarte. Al menos, mantente centrado por estas personas que necesitan nuestra ayuda —le pidió Ethan, señalando al par de docenas de supervivientes.

—La mayoría vivimos solos o no tenemos familia. No tenemos mucho que perder, pero el pobre Tanque... Míralo, está destruido —le musitó Tatiana a Elisa.

Mei había sentido un impulso irrefrenable de abrazar a Simón en cuanto lo vio, cosa que hizo cuando Elisa se distrajo con la desgracia de Tanque.

—Estás lleno de sangre. ¿Tienes más heridas aparte de estos rasguños? ¿Estás bien? Puedo ayudarte.

—¡Es la linda Mei! Soy intocable, Mei. Mira a mi hermana. ¿Ves sus alas? ¡Es un ángel de la guarda! —articuló Simón, alarmándola con su excéntrica expresión.

—¿Qué dices, Simón? ¿Has consumido algo? Deja que te vea los ojos. —Mei lo examinó y a priori descartó los efectos de alguna droga, pero no tenía garantías de nada sin un análisis más profundo—. Eres un buen chico. Todo esto te ha afectado, ¿verdad?

—Espera, Tatiana —dijo Elisa al descubrir a Mei junto a su hermano. Enojada, se abalanzó sobre la médica y la apartó con un brusco empujón, acto que desconcertó a los supervivientes, pero los mantuvo expectantes—. ¡Te dije que lo dejaras en paz! Mi hermano está bien.

—¡No está bien! Tiene alucinaciones —replicó Mei.

—Tranquilas —intervino Richard, que contuvo a Elisa.

—Déjalo estar, Mei —le aconsejó Adams, que también se interpuso entre ellas.

—Eso es. Ve a zorrear con tu novio —la ofendió Elisa.

—¡Suficiente! —Un soldado de las FOP se impuso ante el alboroto—. ¿Qué es esto? ¿Una guardería? Todos tenemos problemas aquí. ¿No veis a esos civiles que necesitan ayuda? Teniente, si no es capaz de poner orden entre sus soldados, tomaré el mando de la operación. ¡Por el amor de Dios, sois las CES! Mostrad un poco de profesionalidad.

—Tiene razón. Mis disculpas, ciudadanos. Pronto os sacaremos de aquí —dijo Ethan, avergonzado—. Controlaos de una vez —se dirigió a su equipo—. Sé que estamos afrontando una situación insólita, pero esas personas dependen de nosotros. Stuart, ¿qué tienes?

—Las reservas de energía del edificio están al caer. Hay cortes de suministros por todas partes. Por suerte, un ascensor funciona, lo estoy bajando. Podremos subir divididos en dos grupos —informó Stuart.

—Mi compañero y yo iremos primero con la mayor parte de los civiles —dictó el agente de las FOP como si fuera la única opción.

—De acuerdo. No hay objeciones. Priorizaremos a los niños, ancianos y mujeres —subrayó Ethan para mantener el orden, ya que había civiles que estaban especialmente nerviosos.

El ascensor era amplio, por lo que pudo ocuparlo más de la mitad de los supervivientes. Los dos agentes de las FOP se ubicaron detrás de las puertas. Uno de ellos miró el reloj y comprobó que aún había tiempo hasta que aparecieran los helicópteros para la evacuación. Lo más importante era seguir a salvo y lejos de los hostiles.

Evan 1. Renacer © [En proceso de edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora