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Había muchas palabras que podrían describir a Sukuna Ryomen. Temido, frío, agresivo, poderoso.
¿Posesivo? Ese no era uno de ellos.
Bueno, no por lo general.
Sukuna era un hombre ocupado, no hay discusión allí. Prácticamente dirigía la ciudad desde el subsuelo. De cualquiera que se cruzara con él nunca más se supo de él después de uno o dos días. Eso combinado con la firma (principalmente legal) que dirigía durante el día, no tiene tiempo para nadie.
Él tenía poder.
Nunca en su vida esperó enamorarse de ti. Solo un trabajador. Una hormiga en comparación con algunas de las personas que Sukuna tiene en su círculo. Una abeja obrera, hiciste tu trabajo entre las clases bajas y finalmente moriste. Entonces, ¿por qué estabas brillando en sus ojos?
Había algo sobre ti. Amable, dulce, diligente tú. No estaba seguro de qué fue exactamente lo que lo atrajo hacia ti.
De ninguna manera eras la mayor parte de nada. "Promedio" era la mejor palabra para describirte. Vino a trabajar, hizo su trabajo a una hora razonable y luego se fue a casa. Sukuna ni siquiera sabía que existías hasta hace unas semanas, y ahora eras todo en lo que podía pensar.
La parte más loca fue que ni siquiera hiciste nada en particular para llamar su atención. Todo lo que hiciste fue pararte en un ascensor con él.
Justo cuando la puerta se estaba cerrando, gritaste ─ ¡Espera! ─ Y acaba de hacerlo. ─ Lo siento, ─ te reíste ─ tengo un poco de prisa ─ Tu corbata estaba un poco floja, algunos botones de tu camisa se rompieron y tu manga estaba enrollada hasta los codos. Tenías bolsas visibles debajo de los ojos y tu (c/c) el pelo estaba algo desordenado.
