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— ¡Nmgh! ¡Fgmh! ¡(M/n)! ¡Joder- joder, basta! — Sukuna te reprendió, su voz bañada en miel; las palabras recubrían tu columna con un hormigueo que solo parecía crecer en magnitud a medida que continuaba gimiendo contra ti. — ¡Hngh! ¡(M/-M/n), demasiado! ¡Voy a correrme! —
Te tambaleaste hacia atrás, disfrutando de la vista del chico tendido frente a ti. Su apariencia desaliñada sólo entrelazando el creciente calor en tu estómago. El sabor de su cuerpo como una mezcla de leche y panal solo te atrajo de regreso, marcando cada centímetro de piel con marcas de mordeduras o de chupetón y besos.
Se retorció contra el sentimiento, queriendo regañarte pero no pudo. Lo estabas haciendo demasiado bien. Tu lengua estaba haciendo milagros en él pero aún no habías tocado su polla.
— ¡Por favor, (M/n)! ¡Tócame! ¡Por favor, toca-mnph! — sus labios estaban suaves, ligeramente amoratados debido a tus abundantes besos de antemano. Ustedes dos habían estado besándose durante al menos una hora; lo estabas bordeando, besándolo hasta que sus pulmones ardieron con dióxido de carbono y luego frotando contra su erección cada vez mayor. No pudo soportarlo.
Rompiendo el beso, giró la cabeza hacia un lado y tragó saliva, ─ ¡Ja, ja! (M/n), ¡tengo que ugnh! ─ Comenzaste a besar su cuello nuevamente, lamiendo desde detrás de su mandíbula hasta su nuez antes de mostrar tus dientes ante un bocado de la metafórica fruta 'prohibida', provocando un agudo gemido de él.
Sus caderas se sacudieron salvajemente contra las tuyas. Tratando de que lo dejes correrse, pero lo detuviste con tus muslos, sujetándolo a la cama usando tu mano dominante para sujetar ambas muñecas hacia abajo. Tú lo miras con una mirada depredadora, haciéndolo encogerse. ─ ¿Qué pasa? ¿No quieres correrte?─ él asintió frenéticamente, tratando de moverse pero sin poder hacerlo.
