Capítulo 3

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Le lleva a un restaurant elegante. Los ojos curiosos del menor vagan por toda la estructura japonesa tradicional, mientras el otro se dedica a observarle detalle a detalle. Admira los vivarachos ojos azules. Aún es inocente, piensa cuando no puede leer ni un ápice de maldad en su mirada, únicamente ingenuidad y curiosidad. Esto lo único que causa es acrecentar su fuego interior.

—¿Te gusta? —le mira intenso.

El otro asiente efusivo—¡Es un lugar increíble! Siempre lo vi por fuera, nunca me imaginé poder entrar algún día—la sonrisa que esboza hace a Sasuke contener el aire.

—Puedes pedir lo que quieras—ofrece mesurado mientras enciende un cigarrillo.

El rubio chequea la carta y hace una graciosa mueca de confusión—No sé qué es nada de esto—se rasca la nuca con nerviosismo.

El otro quiere reír por el gesto encantador, pero se mantiene estoico—¿Qué es lo que más te gustaría comer? No importa que no esté en el menú... Hare que lo preparen para ti.

—Pues...—murmura con vergüenza—Me gustaría algo de carne.

El mayor levanta la mano al aire sin dejar de ver fijamente los ojos azules, ocultando bajo su máscara impasible el cosquilleo que le causa el sonrojo del rubio.

—Trae 2 platillos con tu mejor corte de carne y la mejor botella de sake—indica seco al mozo sin mirarlo.

—O...oiga de verdad no es necesario algo tan costoso—el menor sacude los brazos frenético.

—Naruto—la viril voz le hace temblar—Llámame Sasuke.

—Bi... Bien Sasuke—se frota las manos con nervios.

—Y dime... —cala su cigarrillo—¿No te causa problemas haber faltado a tu instituto?

—No lo creo—encoge los de hombros despreocupado—Nunca había faltado.

—Ya veo—la mirada penetrante le traspasa el alma—¿Tienes familia?

—Solo a mi madre—explica el rubio—Ella vive en Honshu—la sonrisa dulce al recordar a su progenitora estremece al otro—¿Y usted? Jeje perdón ¿Y tú?

—Yo...—hace una pequeña pausa, porque duda en contestar, pero le parece lo justo—Al igual que tú, solo tengo a mi madre, mi padre y mi hermano murieron durante un atentado de los chinos—explica con frialdad.

—Lo lamento—se apresura a contestar y baja la mirada con pena.

El gesto noble hace al otro levantar sus comisuras de manera imperceptible, con cautela estira la mano para acariciar la de Naruto por sobre la mesa, quien aún mira hacia el suelo y no se percata de ello, pero su acción se ve interrumpida cuando el mozo llega para descargar los alimentos.

El rostro del adolecente se ilumina cuando observa el plato con carne asada. Ni siquiera recuerda la última vez que pudo comer carne, en el pensionado no es un platillo frecuente y con su madre han sido pocas veces. Generalmente, su dieta consiste en arroz, algunas verduras y cosas baratas que puede pagar.

Naruto es tan poco malicioso en la vida que ni siquiera ha notado los murmullos en el restaurante. No imagina las suposiciones morbosas que los demás comensales en el lugar hacen sobre ellos. Sasuke lo sabe, pero lo ignora, no le interesa, prefiere mirar la manera desprolija y mal educada que tiene el otro para comer, se llena las mejillas y sorbe ruidosamente del o-choko. No han hablado en un buen rato, el rubio va por su tercer plato y devora cuanta cosa le traen, el otro apenas va finalizando su trozo de carne y solo ha bebido un poco de sake. Humedece sus labios cuando nota un exquisito sonrojo en el rostro bronceado y los ojos vidriosos.

—¿Habías tomado antes? —sabe que tiene la oportunidad en sus manos.

—No—suelta una risita boba.

—Naruto.

—¿Sí? —le mira curioso.

—¿Por qué aceptaste venir? —recarga ambos codos en la mesa y apoya la barbilla sobre sus puños.

—Yo... yo—escapa de la oscura mirada y muerde su labio ansioso—No lo sé—se envalentona y decide mirar vehemente los ojos de carbón—Y tú... ¿Por qué me fuiste a buscar?

El moreno no responde, en su lugar estira la mano y la posa sobre la del menor, quien aun con los nervios, no la retira. Hace una caricia lenta en el dorso de esta sin perder el contacto visual. El pecho del rubio se agita desbocado, un estremecimiento se apodera de todo su cuerpo con tan solo el simple roce de las yemas ajenas sobre su inexperta piel, la caricia le manda descargas eléctricas a cada rincón de su juvenil anatomía. Los ojos del mayor le desnudan el alma, es como un abismo negro en donde se quiere dejar arrastrar.

Ha respondido con ese gesto a la pregunta del rubio, desliza su mano lentamente hasta retirarla por completo.

—Es hora de regresar—le informa inexpresivo.

—Si—obedece tratando de calmar las nuevas sensaciones que invaden su mente y su cuerpo.

Ambos hombres salen sin más dilaciones del elegante establecimiento bajo esas miradas lascivas y acusadoras, tan llenas de prejuicios, moralistas, los cuales emiten juicios sin mirar los pecados propios.

Naruto se tambalea un poco, sube al elegante transporte y se desparrama en el asiento. Sasuke se ubica a su lado e indica partir al chofer. Ambos se mantienen en un mutismo autoimpuesto, mirando por la ventanilla. La mano del adulto no resiste y vuelve a buscar la contraria, se aferra a esta y el menor se lo permite, es vez las enlazan. No se miran, no lo necesitan. Naruto respira pesado, y siente que no quiere deshacer el contacto nunca, mil sensaciones lo sofocan, la calidez que envuelve sus dedos le hace estremecer. Sigue mirando por la ventana y siente cómo el otro se acerca hasta quedar hombro con hombro. Contiene la respiración cuando Sasuke suelta su mano. Está a punto de voltear a enfrentarlo cuando siente que la misma mano se posa en su rodilla y desciende lentamente hacia su muslo, cierra los ojos y muerde su labio ante la intensidad de la caricia.

—Ahh—un jadeo vergonzoso se le escapa cuando el moreno da un apretón en su muslo.

Otra mano toma su mentón y le voltea el rostro para poder mirarlo.

El rostro que le muestra al mayor, le hace sentir los pantalones tironear. La gloriosa piel de caramelo está arrebolada, las pupilas de los claros orbes están dilatadas y lagrimosas, la boca de durazno está entreabierta. La mano que sostiene el mentón del menor se desliza hasta sus labios para repasarlos con el pulgar, desliza ese mismo dedo hacia la abierta cavidad y el rubio por instinto juguetea esa falange con su lengua húmeda haciendo gruñir al mayor quien sigue repasando peligrosamente desde la rodilla hasta el muslo del rubio.

Cuando se escapa un vulgar sonido de chupeteo de quien succiona el pulgar ajeno, el mayor lo jala de la nuca y busca sus labios con desesperación. Los vírgenes belfos son mordidos, succionados y lamidos, el otro no le da tregua a su inexperta boca. Por otro lado, el Uchiha siente enloquecer al percatarse que ese rubio no ha sido besado nunca, sabe que se tiene que detener o terminará sometiéndolo en la limusina una y otra vez hasta quedar satisfecho. Por suerte, cuando su control esta a punto de llegar al límite, el transporte se detiene frente al pensionado, haciéndole regresar a la realidad.

Se separa del atolondrado rubio y se pasa las manos por el cabello para despejarse.

—Llegamos— le informa indiferente.

Naruto sale de su letargo y asiente sin mirarle a los ojos, mientras toma su maletín y espera a que el chófer le abra.

—Gracias—espeta antes de bajar y cuando siente que el mayor le va a responder, corre hasta las puertas del pensionado.

Continuará....

15 AÑOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora