Espíritus

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En el mundo de las pesadillas no valen los buenos sueños.
Irie lo sabía.

Se había entrenado durante milenios para crear las peores ilusiones. Para entonces, no significaban esfuerzo para ella y cumplía los deseos anhelantes de un público 'brujo'.

Sí.
Brujo.

Ese nombre que le atribuyen a aquellas personas que tienen poderes mágicos obtenidos del Diablo.

Los brujos y médiums eran los más privilegiados. A cambio de interpretar los sueños ganaban una fortuna. Creaban un espectáculo para sus leales clientes, estos a su vez quedarían fascinados por el poder de tales seres.

Aquel día Irie se preparó para crear la mejor ilusión del mundo.
Las personas podrían percibir una sombra que los perseguiría durante algún tiempo, movería objetos pesados, se transformaría en sus peores miedos.
Los convencería de ser una realidad y no una simple pesadilla.

Irie sabía que todos le temerían. Nadie se iba a arriesgar para investigar las causas o fuentes del hecho.
Aún si lo hicieran podría manipular fácilmente la información.

Irie estaba feliz con sus logros y forma de ver el mundo. A fin de cuentas su objetivo era atormentar a los ignorantes humanos, engañarlos solo para ponerlos de su parte. ¿Qué podría salir mal?

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