Mi hermano Juan estaba raro los días siguientes. Habíamos terminado con la gira de predicación de Jesús y estábamos en Betsaida, en casa de mi padre. Fui a preguntarle:
—¿Qué pasó en la cima del monte el otro día?
—No puedo decirte nada —dijo.
—Venga, hermanito...
—Es un secreto.
—Pero yo soy tu hermano mayor, a mi me puedes decir. Mira —hice el gesto de cerrar la boca—. Soy una tumba.
—Que no puedo.
—Bueno, entonces le preguntaré a Jacob. El me lo va a decir.
—Tampoco. Ninguno puede decir nada de lo que pasó allí. Jesús dijo que no contáramos nada a nadie.
—¿Una merkabah? ¿Una zarza ardiendo? ¿Se presentó Dios ante vosotros? —dije.
—Dios no, pero... —dijo, y calló al darse cuenta que casi lo decía.
—Hermano... que nos conocemos. Tienes una imaginación muy calenturienta —insistí.
—¿Ves? —dijo enfadado—. Por eso no puedo decir nada. Siempre crees que todo lo que veo son fantasías.
—Venga.... No me dejes así ahora —dije a ver si le sacaba algo—. Acaso... ¿Te liaste con Jesús o con Pedro?
—¡Qué cosas tienes, David!—me reí mientas lo decía todo serio—. Yo no me voy a liar con nadie. Simplemente fuimos a la cima con Jesús y ya está. Él quería rezar y punto, no hay ningún misterio.
—Rezar, si, tiene esa costumbre, pero... ¿Y la luz esa? ¿Qué era?—insistí.
—¿Eso? Nada... no hubo ninguna luz. No se de que me estás hablando —dijo nervioso.
—Pues mira que yo estaba fuera de la tienda y vi una luz muy blanca en la cumbre del monte, justo donde vosotros estabais. Que casualidad...
—¿Qué fue lo que viste? —preguntó intrigado.
—Pues vi eso, y además... vi una merkabah surcando los cielos —mentí.
—Ah, pues yo no vi ninguna merkabah. Era otra cosa —dijo.
—Y de la merkabah bajaban los ángeles de Dios —dije escenificando. Juan estaba sorprendido.
—Algo así, pero no vi la merkabah —dijo.
—Vi bajar al arcángel Miguel y al arcángel Gabriel. O alguno de los otros ángeles.
—¡Eso es mentira! ¡No eran ellos! Fueron Moisés y Elías, ¿no fuiste capaz de reconocerlos? —confesó—. Y además...
—¿Además, qué?
—Además nada —dijo cortante.
—Supongo que Moisés y Elías fueron a hablar con Jesús y luego regresaron a la merkabah —dije.
—Te digo que no había merkabah ninguna. Solamente vi que a un lado de Jesús estaba Moisés y al otro Elías. Hablaban, pero no escuché lo que decían. La luz no fue merkabah, fue que Moisés y Elías estaban blancos y brillantes como los ángeles, y... ¡además Jesús se puso blanco y brillante como ellos!
Juan se quedó en silencio y no quiso seguir hablando más.
—Bah, tienes una imaginación más calenturienta, hermano... así que Moisés y Elías bajaron a hablar con Jesús... ja, ja, ja —dije. En ese momento llegó Jacob. Al verme decir eso se enfadó mucho con Juan.
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Yo conocí a Jesús
Historical FictionDavid Zebedeo relata su vida, cómo conoció a Jesús y como ha vivido su amistad con él y con sus discípulos (y discípulas)