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-¿Dónde ponemos esto, cariño?
Sana dejó la limpieza de la bañera por un momento para hacer caso a Junghwa Uhm, el ama de llaves de Tzuyu, que tenía una caja de cartón en la mano. Le echó un vistazo y sintió una especie de ataque de nostalgia al ver el contenido del paquete.
-¿Algo especial?
-Son los moldes para galletas de mi abuela -respondió Sana con una tierna sonrisa.
-Vaya, entonces supongo que habrá que ponerlos en un lugar seguro -dijo la encantadora señora de ojos claros- ¿Qué te parece el cajón de al lado del frigorífico? Acabo de limpiarlo a fondo.
-Perfecto. Por cierto, ¿te he dado las gracias hoy?
-Sí, cariño, dos veces.
-Bueno, como dicen que la tercera es la que cuenta, muchas gracias.
Junghwa se puso las manos en las caderas y se quedó observándola unos segundos.
-La señorita Chou tiene razón.
Al oír el nombre de Tzuyu se le aceleró el corazón.
-¿En... en qué? ¿Qué es lo que ha dicho la señorita Chou?
-Que es usted especial.
-¿Y eso qué significa exactamente? -pregunto abriendo los ojos de par en par.
-No tengo la menor idea, solo sé que en todo el tiempo que llevo trabajando para ella, jamás la había oído decir algo así -respondió la mujer riéndose y después le guiñó un ojo- Voy a guardar esto y luego voy a limpiar esos fogones.
Sana siguió limpiando la bañera, pero su mente estaba muy lejos de allí; exactamente en casa de Tzuyu.
Ya hacía una semana desde que ella la había invitado a ser su huésped, un tiempo que Sana había creído más que suficiente para poner en funcionamiento la tienda y hacer habitable el apartamento.
Sin embargo, parecía que se había equivocado.
La casa resultó estar mucho más sucia de lo que ella había pensado en un principio y, aunque Junghwa era un verdadero ángel, solo estaba con ella unas horas al día. El resto del tiempo estaba ella sola o con algún vecino de Incheon; al menos los primeros días, porque después se había cansado de que todos ellos fueran allí utilizándola como excusa para averiguar cosas sobre Tzuyu y la relación que había entre ellas. Pero, si tenía que ser sincera consigo misma, debía admitir que esas no eran las únicas razones por las que la puesta a punto se estaba demorando tanto; en realidad, cada vez le costaba más estar alejada de Sullyoon, y cada pocas horas buscaba un pretexto para ir a verla. Tzuyu nunca parecía sorprendida de verla aparecer, incluso parecía alegrarse. No obstante, por las noches seguía recluyéndose en el despacho y tampoco había cambiado su costumbre de comer sola.
Lo que más sorprendía a Sana era que siguiera durmiendo en el sillón de terciopelo; nunca le preguntó por qué lo hacía ya que no quería molestarla con preguntas. Lo cierto era que se sentía cuidada y protegida como hacía mucho tiempo.
Justo en ese momento se oyó la sirena de la escuela, que sacó a Sana de sus elucubraciones. Miró el reloj y comprobó que en cualquier momento llegarían Mija y Miyeon para «ayudarla». En realidad, agradecía su presencia y cada día se sentía más a gusto en Incheon, donde todos sus viejos amigos la habían recibido de buen grado después de escuchar lo ocurrido con Suho. Hasta la habían invitado a quedarse en sus casas si quería marcharse de la de Tzuyu. Pero no quería.
Salió del baño para encontrarse a sus dos amigas de pie en el cuarto de estar.
-Nos ha dejado entrar Junghwa -explicó Miyeon con una sonrisa en el rostro.

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After The Storm | Satzu
ФанфикPerdida en una carretera desierta, embarazada y en medio una tormenta de nieve. Sana Minatozaki jamás imaginó volver a encontrar en aquella situación a su vieja amiga, Tzuyu Chou, convertida ahora en una exitosa y atractiva mujer a quien los medios...