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En ese instante, Sana se arrepintió de haber convencido a Tzuyu para que rompiera la costumbre de comer sola, que era mucho menos arriesgada.

Quizá Tzuyu pudiera respirar cuando estaba con ella, pero ella se quedaba sin aire con solo mirarla.

Lo que cada vez estaba más claro era que si quería marcharse de esa casa con el corazón intacto, iba a tener que darse prisa en arreglar su apartamento. El problema era que no quería dejar aquella casa, ni quería dejar a Tzuyu.

—He oído que hoy me has defendido —le Tzuyu dijo de pronto sacándola de su ensimismamiento.

—No sé de qué hablas.

—¿Estás segura?

Vaya. Parecía que la encantadora Junghwa había oído más de lo conveniente.

—O sea que tus amigas y tú no han estado hablando de lo mucho o lo poco que yo había cambiado a lo largo de los años.

Sana dio un trago a su vaso de agua para ganar tiempo.

—Y nadie ha comentado que me había vuelto más rara...

—Nadie te ha llamado rara, lo que dijeron...

—Cuéntame que es lo que dijeron.

Sana dejó los cubiertos sobre la mesa y resopló desesperada.

—Ya sabes lo que ocurre, Tzuyu. La gente no te conoce, eso es todo.

—Ni falta que hace que me conozcan —el gesto provocador desapareció de su rostro y en su lugar apareció la rabia. Había vuelto a perderla.

—A lo mejor sí, a lo mejor también a ti te vendría bien conocerlos.

—¿Por qué demonios iba yo a querer conocer a esa gente?

—Para dejar atrás el pasado, como debe ser —afirmó la morena tajantemente y luego matizó— O al menos empezar a hacerlo. Tzuyu, sé que eran unos niños estúpidos e ignorantes.

—¿Y ahora qué son?

—Ahora son gente normal con defectos, como todo el mundo, pero sin la menor intención de atacarte.

Al escuchar aquello Tzuyu se echó a reír con amargura.

—¿Es que nunca te sientes sola aquí?

—No cuando están Sullyoon y tú.

—Pero Sullyoon y yo no estaremos aquí siempre —las palabras salieron de su boca sin que pudiera controlarlas y se quedaron flotando en el ambiente.

El momento de tensión se rompió cuando se oyeron los llantos de Sullyoon y Sana tuvo que ponerse en pie.

—Voy a ver qué le pasa.

—Yo me encargo de recoger aquí —murmuró Tzuyu.

Mientras se alejaba, Sana pensaba que tenía que quitarse de la cabeza la idea que la había obsesionado desde que la conoció; siempre había deseado poder curar las heridas de aquella chica y ayudarla a que saliera al mundo. Pero estaba claro que Tzuyu Chou no deseaba ser salvada y Sana estaba convencida de que cuanto más lo intentara, más le costaría recuperarse después.

Sullyoon solo necesitaba un cambio de pañal y que le dieran de comer, así que después de hacer ambas cosas, Sana se puso el pijama y se metió en la cama. Estaba todavía despierta cuando Tzuyu llamó a la puerta.

—Pasa —respondió ella.

—Vendré más tarde —sugirió Tzuyu al ver que estaba completamente despierta.

After The Storm | SatzuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora