𝔇𝔬𝔰

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California era hermosa. Había tantos lugares a dónde ir y la diversión nunca faltaba.

 Kun se había acostumbrado ya al tipo de vida americano, claro que podía notar perfectamente la diferencia de él y su familia, comparado con la gente blanca o nativa del país, tanto en lo social como en lo económico.

A pesar de que salía y disfrutaba de tantos momentos inolvidables, no podían faltar algunas malas experiencias.

Cuando vivía en china la vida era muy extraña, si se lo planteaba seriamente y lo ponía desde su perspectiva actual.

Todo era muy monótono, no había lugares a los que ir, las personas en su pueblo las podía contar con las suyas y un par de manos más, y las condiciones eran pésimas.

Claro, que en California también tenía que trabajar, pero no al punto esclavizador al que lo había hecho casi desde su infancia, claro que sí lo ponían desde otra perspectiva algunos podrían ver qué el trabajo que realizaba era más pesado que el de una persona común, Kun no le hacía porque ya estaba acostumbrado a otros extremos, sus padres incluso trabajaban mas.

Por lo menos su hermano no había tenido que pasar por aquello, que al final del día ni siquiera daba frutos para ninguno de ellos, porque nunca hubo algún tipo de crecimiento o beneficio más allá de comer ese mismo día.

Sus recuerdos sobre su antiguo hogar eran igual de extraños, casi como si una nube de polvo estuviera sobre ellos, cosa que le impedía verlos con claridad, pero no había nada especial que ver de todas formas.

No habían pasado más que solo meses en América y había tenido un sinfín de experiencias nuevas, tanto gratas cómo ingratas, pero que al fin de cuentas podían llenar su cajita de recuerdos y abrieron su mente en dimensiones que no esperó.

Respecto a la amistad, él nunca había tenido amigos, más bien, nunca había sido cercano a alguien fuera de su familia, Y de pronto Sicheng había aparecido para ser su mejor amigo y enseñarle un montón de cosas, tanto literalmente como metafóricamente.

Aunque prácticamente era el único amigo que tenía, no iba a decir que se llevaba mal con todo el mundo, en la escuela había alguna que otra persona que era amable con el, pero la gran mayoría eran babosos que preferían gastar su tiempo molestando a otros que invertir en su vida.

A veces se preguntaba cómo Sicheng la había pasado antes de que el llegara, y no porque se sintiera una especie de héroe indispensable o un protector, por qué sabía que Sicheng no se dejaba de nadie, además era bastante listo, pero en más de una ocasión había tenido que intervenir para que no le hicieran daño al menor, que a pesar de ser bastante más alto que Kun y que muchos por ahí, era bastante delgado, y hasta algo delicado.

Y hablando de bullys, el estúpido de Jeffrey siempre estaba rondando por ahí.

Podía ver fácilmente que era bastante popular, ya que tenía a una bola de clones que lo seguían a todos lados y que animaban cada que hacía una estupidez.

Parecían todos una manada de simios sin cerebros.

Aunque también había gente que no lo seguía en sus asuntos, sin embargo tampoco hacían nada para detenerlo.

Pudo darse cuenta de que la influencia de la familia Jones en el condado no era una broma.

Cuando los insultos no fueron suficientes para Jeffrey, su relación con el chino comenzó a volverse física.

Después de que la familia Qian llegara a California, una de las cosas que Mr. Jones ofreció fue que los dos hijos tendrían oportunidad de estudiar, claro, esto a cambio de que también realizaran algunas tareas en la finca, obviamente los padres aceptaron, y un mes después Kun ya se encontraba en un ruidoso salón de clases sentado en una incómoda banca, con una libreta y un lapicero en su mesa, y un maestro de mediana edad del cual solo había entendido un “buenos días" al comienzo de la clase, y al cuál claramente no le importaba en lo más mínimo que sus alumnos prestaran más atención en los chismes de la semana que en lo que recién había escrito en el pizarrón.

𝒮𝑜𝓊𝓇 𝑔𝓇𝒶𝓅𝑒𝓈 | ᴊᴀᴇᴋᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora