ℭ𝔦𝔫𝔠𝔬

23 8 0
                                    

Después de varios minutos de la partida de Jeffrey, Kun logró recuperar el aliento.

Aquel había sido el mejor orgasmo que había tenido, no es que hubiera experimentado con alguien antes, pero sin duda se había manoseado más de una ocasión desde que tuvo edad y ¡Dios! Eso definitivamente había sido Superior.

Al regresar a casa se quitó la ropa con cuidado, aún tenía la panza pegajosa después del “incidente” y necesitaba tomar una ducha.

Entro en el baño y revivió todo en su cabeza, tratando de analizar algo sobre Jeffrey, algo sobre él mismo, definitivamente no lo logró.

Terminó corriéndose una vez mas, anhelando los dedos del menor sobre él.

Al día siguiente tenían clases, Jeffrey no apareció en ninguna de las aulas y Kun se la pasó mirando a todos lados buscando con desesperación.

—¿Que te ocurre hoy? Pareces paranoico.— Dijo Sicheng antes de morder su sándwich y fruncir las cejas con preocupación mientras masticaba.

Kun no respondió, solo negó con la cabeza y evitó buscar por unos segundos.

casi no comió y se distrajo en todas las clases, ganándose más de un regaño y una tarde en detención. Ahora se quedaría el viernes por tres horas más haciendo un ensayo del tema que se supone el maestro explicaba, por supuesto Kun tampoco supo cuál era y Sicheng tuvo la amabilidad de decirle.

Por la tarde cuando regresó al viñedo realizó sus trabajos del día, un par de horas de cosecha y apilar barriles, y cuando finalmente anocheció se paseó por la misma zona del último encuentro con Jeffrey.

Pudo o no querer encontrarse con él, pero al cabo de una hora este nunca apareció y Kun decidió que era momento de ir a casa.

Inevitablemente para ir a casa tenía que pasar por la mansión de los Jones.

 Kun espió de lejos. Aún habían luces prendidas, la de la habitación de Jeffrey no era una de .

Kun tembló, de alguna manera  inexplicable sabía cuál era la habitación de Jeffrey, eso era aterrador.

 El señor Jones bajaba unas cajas de su camioneta y Kun consideró ayudarlo, así que camino hasta él.

—Buenas noches señor— Dijo inclinando la cabeza un poco, recordando que eso no se hacía en California y deteniéndose a la mitad, luego señaló las cajas. —¿necesita ayuda con eso?— Preguntó dudoso.

La verdad era que Mr. Jones podía ser muy intimidante y también podía estar de mal humor y tratarte peor la mayoría del tiempo, pero por suerte para Kun aquella no fue una de esas ocasiones y el hombre después de pensarlo un poco asintió.

—Mételas a la casa.— soltó y señaló la puerta abierta.

Kun no se creyó que fuera a entrar en esa casa, incluso lo puso algo nervioso, pero ya se había metido en ese embrollo, lo único que podía hacer era complacer al jefe.

Tomó una de las cajas y algo tímido entró en la vivienda siendo seguido por el mayor.

Kun no pudo evitar mirar todo con curiosidad, era muy elegante y cargado también, como lleno de cosas, pero no se veía caótico, se notaban los lujos.

Pero lo que robó la atención de Kun estaba en la sala de estar.

A un par de metros de la entrada había un juego de sofás acomodados frente a una gran pantalla de televisión que vibraba en colores mientras transmitía una ruidosa caricatura.

En el sillón un joven rubio sentado de piernas abiertas, riendo como tonto mientras comía palomitas de un traste azul, usaba simplemente boxers, dejando ver sus marcadas piernas y su abdomen pálido. Kun casi se babea, pero la atención de ambos fue llamada por la voz de Mr. Jones.

𝒮𝑜𝓊𝓇 𝑔𝓇𝒶𝓅𝑒𝓈 | ᴊᴀᴇᴋᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora