𝒮𝑜𝓊𝓇 𝑔𝓇𝒶𝓅𝑒𝓈 | ᴊᴀᴇᴋᴜɴ

𝔑𝔲𝔢𝔳𝔢

La vida de Dong Sicheng había sido extraña desde que nació. Como la de todos los inmigrantes en este país, no había sido fácil.

Su vida en china en realidad no la recuerda mucho, pasó pocos años ahí y esos pocos años los había pasado gravemente enfermo la mayor parte del tiempo.

Pero a pesar del poco tiempo, recordaba perfectamente que había sido difícil. Su familia no la pasó bien y algunos miembros incluso no sobrevivieron, no le gustaba hablar mucho de eso.

Sicheng se consideraba más americano qué chino si hablamos de como se desarrolló en el país. Prácticamente había pasado ahí la mayoría de su infancia, la pubertad y la adolescencia. Eso lo hacía más significativo para él que el lugar en donde Había nacido.

De China sólo tenía recuerdos oscuros, tristes y a veces sofocantes. Una pequeña casa destruida y olvidada, la cual apenas había brindado calor cuando fue necesario. La guerra representaba daños directos en la zona y a pesar de que su familia era dueña de un buen terreno, era bastante peligroso tan solo existir ahí.

Cuando su familia llegó a estados unidos, deambularon por varios estados, pasando por diversos trabajos mientras encontraban un buen lugar para establecerse. Vivió muchas experiencias y estuvo en diferentes escuelas.  Era un niño enfermizo por la desnutrición casi desde el nacimiento, aunque desde pequeño recalcaban su belleza.

Un poco frio sin ser grosero, más bien parecía tímido y miedoso en un comienzo, además de ser bastante pequeño y su aspecto foráneo lo ayudó poco. Fue molestado y humillado o al menos lo intentaron. Sicheng no era ni tímido ni miedoso, en realidad tenia una personalidad fuerte debajo de su cara de bebé y siempre confrontó a sus matones. No iba a negar que esas experiencias habían forjado su carácter.

Aprender el idioma fue difícil, Sicheng nunca fue muy bueno en los estudios y era algo tedioso para él, pero al final de cuentas fue una necesidad qué tuvo que afrontar.  Su salud también mejoró con el tiempo así que estaba un poco mejor equipado cuando de nuevo tuvo que moverse.

A la edad de quince años llegaba a una nueva ciudad, una nueva escuela y una nueva dificultad de la cual aprender.  Su adaptación no fue difícil, sin embargo trataba de no fraternizar del todo.

Conoció a un joven de su misma edad. Kevin McCain, un joven extraño qué llamó su atención desde el primer momento en el qué lo vio. Sicheng lo observó por días y notó que nadie convivía con él, parecía incómodo, solitario y vulnerable cuando lo molestaban, pero aun así había algo en él qué llamaba la atención de Sicheng, quien terminó acercándose a el chico después de un tiempo.
Al comienzo no fue algo como una amistad, el chico era callado y nervioso, casi siempre se veía triste y era bastante miedoso con los extraños e incluso no tan extraños. Sin embargo Sicheng logró ganarse su confianza en poco tiempo tan solo tratándolo como una persona normal, algo que al parecer les había costado mucho trabajo a sus otros compañeros durante muchos años.

Sicheng fue el primer amigo qué Kevin tuvo. Kevin provenía de una buena y típica  familia Americana. Su madre era bastante agradable y siempre que Sicheng se presentaba en su hogar tenia comidas deliciosas para él, era cariñosa y se emocionaba cada qué Sicheng aparecía en su casa. A su padre no lo conocía mucho, el hombre trabajaba todo el día y lo había visto apenas un par de veces.

—Mamá ya dejalo, vamos a estar en mi habitación, no molestes. —Se quejó Kevin arrancando a su nuevo amigo de las manos de su madre.
Sicheng le sonrió avergonzado mientras movía su mano como despedida y era arrastrado por el otro chico hasta la habitación.

Sicheng nunca se atrevería a hablar así con su madre, había descubierto qué era bastante normal en las familias americanas y esa confianza era algo que le agradaba de convivir con los McCain , mientras tanto en estar en casa le deprimida y aburría.