Capitulo cuatro

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Adiós, bebé.-besaba el avión privado-. Pronto te volveremos a ver.-

No seas dramática.-el azabache rodaba los ojos-.

Nos iremos de nuevo en una semana, no sirve que te despidas así.-

Tienen razón, vámonos.-

¡Moblit! ¡Estoy en casa!.-dejaba sus llaves en la encimera-.

Solo escuchaba silencio.

Amor...-entraba a la habitación principal-.

Pudo ver la cama tapizada de fotos de ella con otros hombres, besándolos, follando.

Algunas fotos estaban algo arrugadas... Quizá por posibles lágrimas.

No no no.-sus manos temblaban e inmediatamente se dirigió al armario de su prometido-. ¡Mierda!.-

Estaba completamente vacío.


Es un idiota, ya sabemos que va a volver.-miraba a su amiga en pijama, estaban en la empresa y no le importó ir vestida así-.

Pero es mi prometido, nos íbamos a casar en dos meses, ahora no contesta mis llamadas, sus padres no me abren las puertas de la casa, se llevo todas sus cosas.-volvía a llorar con fuerza-.

No es para tanto.-Erwin leía unos papeles-. Nos iremos en una semana, allá encontrarás a alguien mucho mejor que ese idiota.-

No quiero a alguien mejor... Lo quiero a él.-

¿Puedes callarte por favor? Si ya, te dejó, ¿y que?, no es como si se te fuere a acabar la vida.-miraba exasperado a su amiga-. Por Dios, es solo un hombre y ya, tú eres la del dinero, la del poder, eso es lo que importa, él es quien te debe rogar, no al revés, si lo engañaste fue por su culpa.-volvía su vista a la pantalla-. Que piense y se culpe de que cosas no hizo bien.-

Erwin solo soltó una risa.

Exacto, si los engañamos es porque no cumplen sus papeles completamente.-sonreía-.

Definitivamente no tenían corazón alguno.

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