6 - Todo mal

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No había dormido bien. Las preguntas sobre que podía pasar tras hablar con Arya, me atormentaron durante toda la noche. Agarré mi móvil para ver si Arya me había respondido, quizás ni siquiera vio el mensaje. Efectivamente Arya no había visto el mensaje y la última actualización de actividad era a las 19:45. Decepcionado, me fui a lavarme la cara al baño. Mucha gente me consideraba un niño mimado y arrogante, mimado porque siempre obtenía lo que quería, no porque mis padres me quisiesen tanto. Desde muy pequeño estoy acostumbrado al lujo y a no hacer nada, todo me lo sirven las sirvientas y nuestro mayordomo, Jack. Mis padres siempre trabajan y nunca me prestan atención. La última vez que hablé con ellos fue el mes pasado, el día 24, antes de irse a un viaje de negocios. La conversación no había sido muy agradable, estuvimos discutiendo el tema de mi compromiso con Arya. Nunca he amado a Arya, ni la amaré. Arya y yo nos conocemos desde pequeños, fuimos mejores amigos desde la guardería, incluso también fuimos novios a los cinco años y dimos nuestros primer pico. Nuestra relación de entonces obviamente era para hacer la gracieta, pero se ve que Arya desarrolló sentimientos por mí de verdad. Tal vez me quiere, tal vez solo me utiliza para presumir, pero lo que sí sé con certeza, es que no volveré a hacerle daño a Emilie. Quiero volver a sentir sus labios presionando los míos, quiero volver a reírme con ella, quiero volver a sentir, lo que con Arya nunca sentí. Con mil cosas en la cabeza, bajé a desayunar con mi querida amiga, la soledad. Entré en la cocina y Mary, una de las mujeres que limpiaba la casa, estaba preparando algo que parecían ser panqueques.

- Buenos días Mason - me saludó ella con una sonrisa dulce. Ojalá esa sonrisa fuera la de mi madre, no la suya.

- Hola Mary - la saludé también sin entusiasmo.

- ¿Pasa algo cariño? - a ella siempre le gustaba llamar a todo el mundo cariño, lo que me molestaba mucho, ya que me recuerda a la madre que nunca tuve.

- Nada... ¿Falta mucho para que estén listos los panqueques? Porque ahora mismo me comería la cocina entera, de la hambre que tengo.

- Ya están casi listos - me sonrió. Me sorprendió mucho la dulzura con la que me estaba tratando hoy. - Bueno, ¿No se te estará olvidando la fecha de hoy no? - me quedé sorprendido. ¿Qué día era hoy? De pronto Jack, el mayordomo, entró con un pastel gigante de tres pisos.

- ¡FELICIDADES MASON! - exclamó Jack.

- Felicidades cariño - me abrazó Mary. ¿Por qué tenía que llamarme siempre cariño? Dios, odiaba esa palabra, me hace pensar en el amor que nunca me dieron mis padres, y sobre todo mi madre.

- ¿Feliz cumpleaños? Hoy no es mi cumpleaños - Cogí mi móvil en busca de la fecha y efectivamente, el calendario marcaba que hoy era 12 de octubre, mi cumpleaños - Ah bueno... al parecer sí lo es...

- Tus padres te han mandado un nuevo modelo de móvil y una gran suma de dinero - me sonrió Mary - Han dicho que cuando quieras, puedes hacer una fiesta en nuestra casa.

- No quiero ninguna fiesta - gruñí enfadado. ¿De verdad mis padres se pensaba que todo se arreglaba con un teléfono nuevo, dinero y una fiesta en casa? ¿Dónde están los pobres que cuidan y aman a sus hijos? Y sobre todo, que no intentan comprar su felicidad con dinero - Y por cierto, diles que se vayan a la mierda con el móvil y el dinero, lo que yo quiero es volver a verlos en mi casa cada día... que la persona que me diga cariño sea mi madre, no tú Mary - apreté los puños lleno de frustración. Sé que Mary no se merecía lo que le había dicho, total, ella había sido mi única madre desde hace ya años...

- Lo siento muchísimo Mason cari... quiero decir...Mason... no lo volveré a decir...

- Ya da igual, gracias por el desayuno... la tarta comérosla entre los miembros de la cocina y quien más haya en esta puta casa - salí de la cocina. Estaba cabreado, MUY cabreado. No estaba cabreado con Mary y Jack, si no con mis padres. ¿De verdad creen que solo me importa el dinero? Subí las escaleras y di un portazo a la puerta. Me senté en mi cama frustrado. Había apretado tanto los puños que ahora me dolían los dedos. De repente, mi móvil sonó con una notificación. Abrí mis notificaciones para ver que era.

Pillada de ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora