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🎄O1 | ¡CAPÍTULO UNO!

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CHRISTINE CAMINÓ POR LAS CALLES CUBIERTAS DE NIEVE, intentando no pisar uno de aquellos escasos pero mortales trozos de hielo que abordaban la vereda.

Amaba navidad... no era cierto. Odiaba navidad, pero siempre había fingido amarla para complacer a su madre, y más tarde para complacer a sus amigos.

No era de ese tipo de personas que sentía como la emoción les embargaba al ver la nieve y los arboles adornados con deslumbrantes luces de colores, ni mucho menos de solo pensar en dar u recibir regalos.

¿Disfrutaba la compañía? Sí, pero solo eso.

Se detuvo en una esquina, e hizo fila para uno de aquellos puestos de la calle en dónde vendían café a buen precio y de buen sabor. No podían culparla por beber café. Sabía que tenía células cancerígenas, pero a quien le importaba. Todos morirían algún día y si iba a morir por beber café procuraría haber disfrutado cada sorbo.

Entregó el dinero y esperó pacientemente a la entrega de aquel vaso de cartón que contendría aquel bebestible caliente que constantemente le ayudaba pasar los días.

Estaba agotada. El trabajo no la estaba dejando dormir al cien por ciento y lo cierto era que ya no le estaba agradando tanto el ser detective. Estaba comenzado a creer que necesitaría pedirle un par de vacaciones a Barry. Sabía que si hablaba con Iris le ayudaría a convencerlo. De lo contrario la mención de una posible renuncia a su trabajo siempre ayudaba a manipular al de anteojos.

Luego de una temporada en tierra uno, le costó un par de semanas volver a adaptarse a su hogar en tierra dos. Todo era muy distinto. Y lo cierto era que le daba igual en cuál de las dos tierras se encontraba porque en ninguna tenía alguien por quién quedarse, o alguien quién esperara por ella. Lo cierto es que si estuviera en el poder de Christine ella se iría a tierra 3. Estaba segura de que sería divertido ver a Jay Garrick patear traseros. Además, el mayor le agradaba.

Dando un último sorbo a su café arrojó el envase de cartón al basurero frente a la puerta de su edificio. Metió su mano en el bolsillo de su abrigo rojo buscando las llaves. Una vez las encontró las insertó en la cerradura y giró de ella mientras empujaba la vieja puerta de madera gruesa.

Vivía en un edificio antiguo, por lo que era normal que la puerta tuviera ciertas trabas y trucos de por medio. Cerró la puerta y se dirigió a las escaleras para comenzar a subir de estas hasta llegar al tercer piso. La madera de las escaleras rechinaban en cada paso, y de no estar acostumbrada probablemente temblaría de miedo en cada paso porque siendo honesta, el ruido mezclado con la horrible fachada de las paredes viejas y gastadas, daban miedo.

✓ Last Christmas; barry allenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora