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🎄O2 | ¡CAPÍTULO DOS!

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CHRISTINE DIÓ UN RÁPIDO SORBO A SU CAFÉ, mientras seguía releyendo la información que la computadora le otorgaba. No sabía que hora era, pero el cortex se encontraba vacío. Todos se habían marchado a sus hogares para descansar. Menos ella. Si iba a jugar a la heroína una vez más necesitaba estar preparada y eso implicaba estudiar a quién se iban a enfrentar.

Lance Michaels. Ese era en nombre del meta-humano a quién actualmente se enfrentaba el equipo del velocista escarlata.

El tipo tenía poderes de hielo, y esa era una de las razones de porque al velocista le estaba costando trabajo detenerle. Sus poderes no eran amigos. El meta-humano a demás de tener tales poderes, tenía reflejos mejorados al igual que tenía estrategias de ataque, y es que según el informe que mostraba sus datos, Michaels fue militar. Por lo que aquello lo ponía en un nivel más alto.

Las manos de Christine se movieron por el teclado presionando teclas que le llevarían a dar con el resultado del mapa de Central City. No tardó en notar que en cada ataque hecho, el meta-humano creaba un patrón. Siempre eran los mismo lugares.

—Te tengo... —murmuró, para luego dar un nuevo sorbo a su café.

—¿No es eso mucho café? —cuestionó el velocista mientras pasaba por su lado hasta quedar frente a los monitores del cortex.

Christine le dió una rápida mirada antes de volver a centrarse en la computadora.

—Cuando eres detective y vives solo para ello, el café se vuelve tu mejor amigo —respondió con simpleza.

No quería ser inmadura, pero no tenía ganas de entablar una conversación con Barry. No aún por lo menos. Era la segunda vez que le veía en el transcurso del último año, y por más que haya superado el tema de él rompiendo su corazón, aún se le hacía extraño hablar con él.

—Deberías ir a descansar. Es tarde.

Iris West había tenido la cortesía de invitarla a quedarse con ella en su apartamento, pero Christine aún no tenía el suficiente sueño para ir a dormir.

—No tengo sueño —se encogió de hombros—. Tal vez tu deberías ir a dormir.

Barry repiqueteó sus dedos en sus costillas a causa de tener los brazos cruzados. No era ciego, podía notar que Christine se sentía incómoda a su alrededor, como ocurría cada vez que se encontraba cerca. Tampoco podía culparla, pero le hacía sentir ansioso toda aquella situación.

Había sido tonto. Demasiado tonto, y no fueron necesarias las constantes charlas de sus amigos respecto al tema, porque desde que vió como Christine guardaba su corazón este siendo añicos supo que la había cagado. Pero tenía sus razones. Claro que las tenía. Pero luego de un año ya comenzaba a replantearse la situación.

✓ Last Christmas; barry allenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora