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– Y entonces así fue como logré besar a Eita sin morir en el intento.
– Quien pudiera —Dijeron Atsumu y Kenjiro a la vez, ambos se miraron y estrecharon las manos en acuerdo.
– ¿Eso es realmente cierto? —Preguntó Tobio.
– Hermano cómo vas a besar a Eita sin que te mate, debes estar bromeando.
– ¡Pregúntale a él entonces! —Exclamó Tooru indignado porque no le creyeran.
Todos miraron al guardia afuera de la habitación quien evitaba verlos y fingía no escuchar su conversación.
– Es demasiado obvio, probablemente sea cierto.
– ¡Ven lo que les digo!
– ¿Pero cuándo ocurrió eso?
– Impresionante.
Todos permanecieron hablando sobre el tema a excepción de Tobio quien fruncía el ceño hacia Oikawa.
Koushi notó aquello y decidió preguntar.
– Tobioo, ¿Ocurre algo?
Ante la pregunta todos le voltearon a mirar, suavizó su expresión y negó con la cabeza.
– No, nada.
– ¿Seguro?
El chico asintió mientras se levantaba y se dirigía al baño. Una vez cerró la puerta todos se acercaron hacia el centro del círculo que formaban para susurrar entre ellos.
– Estaba mirando mal a Tooru.
– ¿Cuánto llevas ignorándolo?
– Ya una semana.
– Es mucho, está enojado.
– Pero no ha habido avances ¿No?
– No.
– Ya ríndete.
– ¡Nunca!
La puerta se abrió y de inmediato todos volvieron a su posición inicial y fingieron conversar de algo. El pelinegro los miró a todos con enojo.
– ¿Qué me están ocultando?
– ¿Nosotros? Naada.
– ¿No? Sinceramente no les creo que Akaashi le estuviera diciendo a Kenma las proteínas que hay en un balón de volleyball y el porqué los humanos deberíamos comer uno todos los días.
Todos voltearon a mirar a Keiji quien se encogió en su sitio y Kozume a su lado intentaba no reírse.
– ... ¿De verdad le dijiste eso?
– Entré en pánico, ¿De acuerdo?
– Ese no es el punto —Recordó Tobio.
Todos evitaron su mirada, estaba completamente enojado, y es que no había forma de que no notara que Oikawa le llevaba ignorando desde hace días y los demás no se dieran cuenta.
