Capítulo ocho

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—Por favor, no. Pídeme lo que quieras puedes hacer conmigo lo que desees pero deja a mi padre en paz

Él se acerca más a ella y con una sonrisa perversa en sus labios, dice...

—Es que yo no quiero joderte a ti, quiero joder a los que amas —acaricia su mejilla.

Sus lágrimas salían sin control alguno, no sabía que hacer ahora el desesperó era mil veces peor que antes.

—No digas eso, amor...

—¿Amor? —ríe—. Que cínica eres, muñeca, me fallaste y pretendes que este como si nada hubiera pasado.

—Pero debes disculparme así como yo lo he hecho contigo.

—¿Disculpa? —frunce el ceño.

—Sí, porque hiciste que mi padre me creyera loca cuando borraste los mensajes que me enviaste, cuando jodiste mi plan para que él viera todo lo que estaba pasando.

Él permanece en silencio.

—¿O vas a decirme que no fuiste tú?

La cara del mayor empezó a tornarse de un color carmín, estaba realmente enojado y eso le estaba asustando.

—Sí, si fui yo. ¿Algún problema?

—Eres un maldito demente, estas arruinando mi vida por completo ¡TE ODIO!

El mayor rápidamente deja una cachetada sobre la delicada mejilla de la menor, fue tan grande el impacto que enseguida esta estaba tirada en el suelo.

—Muñeca, me parece que ya habíamos hablado de eso. NO me gusta que me grites.

—¡ENTONCES MATAME, ESTOY HARTA DE VIVIR ASÍ!

Dice mientras llora descontroladamente, estaba cansada de todo esto.

—No digas eso, sabes que no podría hacerte daño.

—¿Es enserió? —ríe con ironía y se pone de pie—. Te atreves a decir eso después de todo lo que me has hecho, eres increíble.

Él no dice nada, solo la miraba mientras permanecía con su ceño fruncido.

—Quiero que me dejes en paz, solo quiero volver a casa y estar con mi padre, quiero tener mi vida de vuelta.

—Es una pena, porque eso no podrá ser posible, muñeca. Ahora eres mi mujer y no voy a permitir que tú también me dejes.

—¿También? ¿Has estado con alguien más?

Ignora su pregunta y comienza a ir hacia la habitación, la menor decide seguirlo. Al entrar él se sienta sobre la cama y ella se pones frente a él.

—Estoy esperando.

—¿Qué carajos quieres? —la mira con enojo.

—Quiero saber quien estaba contigo antes de que llegaras a joderme a mi.

—Esta loca, no pienso decirte una sola palabra.

—Pues si no me dices, te aseguró que me iré de aquí.

—¿Aún piensas que podrás irte? Ingenua.

—Pues sí, porque la fe es lo último que se pierde.

—¿Fe? —la mira—. No seas tonta, la fe no cabe aquí, tenerla no sirve de nada.

—Claro que sí, pero tienes que creer en ella.

—Ya basta, no estoy para perder mi tiempo con tus estúpidos comentario —se levanta de la cama.

—¿Saldrás? —se levanta y lo mira.

No dice nada y solo sale de la habitación, después ella escucha como le pone seguro a la puerta.

In the hands of a psychopath | JkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora