Capítulo cinco

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Era un verdadero infierno para la chica estar en ese lugar, cada segundo que pasaba era cada vez peor. El desesperó que sentía era inexplicable y peor aún, es que no lograba encontrar una salida.

El pensado de la peli-negra era entablar una nueva conversación con Jungkook, ser un poco más amable con él para poder ablandar un poco su corazón y que al menos así la sacara aunque sea de aquella habitación.

Después de unas 2 horas de estar pensando la puerta se abre dejando ver a Jungkook mientras traía una bandeja con comida en sus manos, este cierra nuevamente la puerta con seguro y se acerca a la chica para sentarse a su lado. Aquella chica trataba de sonreír cosa que a él le parece extraño.

—¿Se puede saber por qué me sonríes? ¿Acaso estas tramando algo? —dice sin expresión alguna.

—Claro que no, solo trato de ser más sensible contigo. ¿Eso te molesta?

Él suspira para ver nuevamente a la chica.

—No, es solo que no se si lo haces por sentirlo o solo por conveniencia.

La chica sonríe y deja la bandeja aún lado para subirse sobre las piernas del peli-negro y sujetar su rostro en sus manos.

—Hey, lo digo por sentirlo, yo he sido algo insensible contigo y quiero cambiar ese comportamiento.

El chico no aguanto más las ganas de tenerla así de cerca y de escucharla hablar así, y se acerca aún más hasta lograr que sus labios estuvieran hundidos en un profundo beso.

La chica debía admitir que aquel beso era de su agrado, el peli-negro en serio sabía como besar y enloquecer a una chica, pero entonces ¿Por qué esta chica aún no caía?

Bueno en fin, ahora lo importante era poder lograr que el mayor la sacara de esa habitación.

Ella se separa y deja un pequeño beso sobre los labios ajenos y pasa a verlo y este a ella.

—Espero puedas disculparme...

—Sabes que si —ambos se miran—. No puedo enojarme mucho tiempo contigo.

—Oye —sonríe—. Quiero conocer nuestro hogar. ¿Me lo muestras?

El chico quedó sorprendido por aquellas palabras, pero aún así sonríe tiernamente.

—¿Nuestro hogar?

—Claro que sí, supongo que si me estas haciendo todo esto es porque quieres algo serio conmigo. ¿O no?

—Por supuesto, es solo que yo pensé que no dirías eso nunca.

—Bueno, pues ya ves que los milagros existen, bueno ya, enséñame nuestro hogar. ¿Sí?

La sonrisa del chico desaparece y esto pone aún más nerviosa a la menor, pero aún así lograba disimularlo.

—¿Qué pasa?

El mayor suelta un suspiro y vuelve a verla.

—Pasa que no se si debo confiar en ti y en eso que acabas de decirme.

—¿Por qué piensas eso?

—Porque no se si quieres salir para ver si encuentras una escapatoria y asi luego dejarme.

—Hey, no quiero hacer eso te hablo en serio, quiero conocer nuestro hogar.

—Bien, confiaré en ti pero si me fallas te juro que voy a darte el peor de los castigos.

Esto asusto mucho a la menor, tanto que estaba pensando en la opción de dejar aquella idea que tenía, sin embargo quería también tomar el riesgo y así poder irse y estar con su padre otra vez.

—Entiendo, no quiero recibir tus castigos, duelen mucho.

—Bien, entonces vamos.

Este baja a la menor de sus piernas para ponerse de pie y así soltarla, aún tenía una cadena en su tobillo. Cadena que el mayor dudaba en quitar.

—¿Qué pasa? Solo quitala.

—Ok —suspira.

Suelta aquella cadena no muy convencido, después sujeta la mano de la contraria y así después salir de la habitación.

Al salir la chica noto que era una casa de un muy buen tamaño, pero todo era oscuro es decir, las paredes estaban pintadas de negro mientras que tenía todas las cortinas de la casa cerradas.

La luz no tocaba aquel lugar cosa que casi no hacía notar muy claramente las cosas de la vivienda, la chica mira al mayor con una sonrisa tratando de hacer que él pusiera su confianza en ella.

—¿Por qué no tienes abiertas las cortinas?

—No me gusta mucho la luz.

—Pareces un vampiro.

El chico mira de reojo a la menor y luego traga entero.

—¿Qué quieres ver primero?

—Hmmm la cocina, quiero ver primero la cocina, por favor.

Y así fue, el mayor guía a la menor a la cocina, al llegar era exactamente lo mismo. Sus paredes estaban pintadas de negro pero el lugar era espacioso.

La menor se suelta del agarre del mayor para contemplar la cocina, tocaba el mesón y algunos cubiertos que en ella se encontraban.

—Es una cocina opaca pero de un muy buen espacio, me gusta.

—¿Enserió?

—Así es —Lo mira—. Yo tampoco soy muy fanática de la luz, me gusta así todo oscuro.

—Me gusta que tengamos algo en común.

—Sí, a mi también me gusta.

—¿Logras a imaginar todas las travesuras que podremos hacer aquí?

Esta pregunta sorprendió un poco a la menor ya que no tenía nada que ver con el momento.

—¿Y esa pregunta? No tiene nada que ver con la conversación.

—Lo sé y lo siento, solo que no puedo evitar verte e imaginar como hacerte mía de cualquier forma en cada rincón de esta enorme casa.

La chica se sintió atraída e intimidada por las directas palabras del mayor, no pudo evitar morder un poco su labio inferior.

El mayor al notar esto sonríe y se acerca un poco más a ella para después mirarla fijamente y decir...

—Te gusta cuando hablo así. ¿Verdad?

La chica inconscientemente y como si estuviera hipnotizada por el mayor, asiente.

—Sí, lo supuse —este se acerca aún más a ella a tal punto de sentir sus respiraciones.

Se acerca a sus labios haciendo que estos tuvieran uno que otro roce.

—No te puedes llegar a imaginar lo mucho que te deseo mi pequeña muñeca, lo mucho que deseo que te quedes conmigo y que así puedas ser solo mía.

—Ya detente, por favor... —suelta en un susurro.

La manera de hablar del mayor era sumamente sensual e interesante para la menor, su manera de decirlo hacía que la curiosidad de la menor creciera aún más.

Ella deseaba saber que podría hacer el con ella en cada rincón de esta casa.

—¿No te llena de curiosidad saber que podría hacer contigo?

Es como si el hubiera leído la mente de la menor, esta solo lo miraba sin decir una palabra mientras tenía sus labios un poco separados dejando escapar su respiración agitada.

—Supongo que si, solo pídemelo, pide que quieres que te haga mía y te juro que lo haré. Juro que haré que te corras en cada rincón de esta casa mientras estás paredes escuchan como gritas del placer que te doy.

La respiración de la menor se agitó aún más, pero no podía hechar a la basura el plan que tenía, pero ¿Cómo podría concentrarse con esa manera de hablar del mayor?

Esto era muy tentador para ella, no sabía que hacer...

In the hands of a psychopath | JkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora