Capítulo once

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Al siguiente día, la chica decide salir de la habitación y llega al pasillo en donde mira a todos lados pero no había nadie, el pasillo era oscuro y frío. Algo de nervios crecen dentro de ella al ver que estaba sola.

—¿A donde fue?

La menor camina hasta la habitación de él y abre la puerta lentamente, asoma la cabeza pero él no estaba allí, así que entra y empieza a mirar con más detalle todo el lugar.

—Tal vez podría encontrar un arma.

Empieza a buscar rápido para ver que encontraba, algo llamo su atención y era una puerta que queda en un rincón de la habitación. Va hasta la puerta y trata de abrirla pero esta tenía seguro.

La menor seguía tratando de abrir aquella puerta con todas sus fuerzas pero fue inútil.

—¿Qué carajos estas haciendo?

Ella da la vuelta rápidamente y al verlo parado allí hizo que su corazón quisiera salirse de su pecho.

—Nada, yo... solo quería ver un poco tu habitación —trata de estar tranquila.

—Hmmm ya —dice no muy convencido.

En su rostro la menor podía notar que no le estaba creyendo absolutamente nada, trata de sonreír y se acerca a él.

—¿A donde fuiste? Cuando desperté no estabas.

—Solo tenía cosas que hacer, lamento no haber despertado a tu lado, muñeca.

—No te disculpes, esta bien. ¿Puedo saber que cosas tenías que hacer?

—No, no puedes saberlo.

—Pero quiero saberlo.

—Pues yo no quiero que lo sepas.

—Per-

—Pero nada, de todas formas, después te darás cuenta de lo que hice.

Lo mira confundida al escucharlo decir aquello, ¿cómo que después iba a saberlo? Era una pregunta que recorría la cabeza de la menor.

—Oye.

—¿Sí?

—Yo estaba pensando en lo que paso ayer.

—¿Ah si? —levanta una ceja mientras la mira.

—Sí, y bueno estaba pensando que después de lo que hicimos y de demostrarte que lo disfrute, tal vez podría ganar un poco más de tu confi-

—Espera un segundo. ¿Acaso estabas jugando conmigo?

—¿Qué?

—Estabas haciéndome creer que te estaba gustando solo para ganar mi confianza. ¿Eh? —levanta un poco la voz.

—No, claro que no. No fue lo que quise decir.

—Pues fue lo que diste a entender.

El mayor la miraba de una forma fría y cruel, es como si dentro de él no pudiera caber algo de sensibilidad o ternura.

—Escúchame, yo no quise darte a entender eso, realmente disfrute mucho lo que hicimos.

—¿Pero?

—Pero de cierto modo, también me gustaría tener un poco de tu confianza.

—¿Y crees que solo por haber tenido sexo te daré mi confianza, niña?

—¿Qué..?

—Dios, eres hermosa pero muy ingenua, muñeca.

La menor solo lo mira confundida y algo dolida por sus palabras.

—Escucha, el que hayamos pasado una noche gustosa para ambos, no significa nada.

In the hands of a psychopath | JkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora