Capítulo nueve

3.2K 149 19
                                    

Al llegar al piso, la menor nota que dejabo de la enorme ventana había una pequeña puerta, se pone de rodillas y se acerca a la pequeña puerta para tratar de abrirla. Para su mala suerte estaba con candado pero de este lugar salía un horrible olor a mortecina, como si hubieran dejado una carne fuera del refrigerador, como si hubieran asesinado a algún animal y dejaron que su carne se dañará.

—Agh, que asco.

Se separa de la puerta y se pone de pié, voltea para ver el lugar, habían muchos árboles, parece ser un bosque frío y desolado, es como si ustedes fueran los únicos que estaban allí. No se escucha nada ni tan siquiera un cazador o algo, la brisa choca contra su rostro y era fría.

—¿Y ahora qué hago? ¿A donde voy?

—A ningún lado.

La menor voltea a verlo, el mayor se acerca a ella por el lado izquierdo mientras tenía en su rostro una expresión de enfadó, su corazón empieza a latir con rapidez y su respiración era irregular.

—¿Qué haces aquí? Pensé que te habías ido.

—Vamos dentro.

—¿Qué? —dice con temor.

—¿Estás sorda? Dije que entremos.

—No, yo me quedo aquí...

—¿Te parece que fue una oferta? ¡Es una orden!

Asustada por su grito, la menor decide solo obedecer, no quería que las cosas se pusieran peor así que él sujeta su brazo y la jala adentro.

—Por favor, no quiero que me castigues... —llora.

Él permanece en silencio y al entrar la tira al suelo con fuerza, cierra la puerta y le pone seguro, la agarra del pelo bruscamente y la lleva a una habitación que queda al fondo de la casa.

Al llegar, le quita el candado y entran, la tira al suelo nuevamente y ella mira detalladamente la habitación, era opaca y muy fría. Tenía una cama horrible y una mesa en donde habían navajas, esposas, cuchillo, martillo, clavos y muchas cosas más.

—Párate.

El cuerpo de la menor temblaba, por lo que era difícil para ella ponerse de pie. Él pierde la paciencia y la agarra del pelo para después tirarla sobre aquella horrible cama.

—Por favor, lo siento. No quería salir sin tu permiso.

—¿¡Me crees idiota!? ¡Se perfectamente que querías irte de aquí!

Su cuerpo tiembla al verlo tan enojado, él se acerca a la mesa y sujeta las esposas en sus manos, se acerca nuevamente a la menor y la mira fijamente.

—Parece que no te gusta que te traten bien. ¿Eh?

—Lo siento —llora.

—¡Cierra la boca! Ahora mismo vas a ver de que soy capaz.

Bruscamente la jala del pelo para ponerla bien en la mitad de la cama, agarra cada una de sus muñecas y las pone en la parte superior de la cama, pone de forma brusca las esposas dejando inmovilizada a la menor.

—Disfrutaré tanto esto, muñeca.

Sonríe y con dos sogas amarra sus tobillos a los palos de la cama, su fría mano empieza a subir por su pierna.

—¡Detente!

Él sonríe y la ignora, su mano sube hasta estar debajo de su falda, su mano se posa sobre su entrepierna, esta sensación no le gustaba para nada ya que él le daba mucho asco.

—Disfruta, esto a penas empieza, muñequita. Vamos a disfrutar mucho este momento.

Sus labios se posan sobre su muslo derecho dejando mordidas y leves besos, su mano sigue en su entrepierna haciendo presión, se retuerce un poco pero no por placer, si no porque quería alejarlo.

Era imposible ya que estaba inmovilizada y él era más fuerte que ella, muerde con más fuerza su muslo dejando la marca de sus dientes sobre este.

—¡Auch!

A él parece gustarle su dolor, por lo que muerde más a tal punto de romper un poco su piel, dejando salir una gota de sangre, la cual él después lame.

—Hmmm, tan dulce —lame sus labios.

La respiración de la menor se acelera, estaba muy asustada, él quita su falda rápidamente.

—Por favor, no.

Sus ojos se llenan de lágrimas pero esto no lo conmueve, antes le exitaba verla de este modo.

—Tengo tantas ganas de ti.

Baja su calzón de forma rápida, abre sus piernas dejando a la vista su zona.

—Que rico...

La menor puede ver como se muerde el labio y pasa su lengua por estos, esto le pareció asqueroso y muy repugnante, él acerca su rostro lentamente a su entrepierna la cual estaba al descubierto.

Estaba tan cerca que ella podía sentir allí abajo su respiración, era caliente y a la vez un poco fría, no puede evitar soltar un leve quejido al sentir como pasa su lengua sobre su zona.

—Ah~

Él se separa con una sonrisa y la mira.

—Te gusta. ¿No es así?

—No, basta, por favor.

—Deja de hacerte la difícil, sabes perfectamente que te gusta cuando hago esto. Solo déjate llevar y disfruta, esto apenas empieza.

In the hands of a psychopath | JkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora