ORÍGENES

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Este libro presenta mi actual concepto de los juicios que nos formamos y las decisiones que tomamos, un concepto modelado por los descubrimientos psicológicos hechos en las últimas décadas. Pero en él hay ideas capitales que tuvieron su origen en el feliz día de 1969 en que pedí a un colega hablar como invitado en un seminario que yo impartía en el Departamento de Psicología de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Amos Tversky era considerado una futura estrella en el campo de la teoría de la decisión -en realidad, lo era en todo lo que hacía-, de modo que sabía que tendríamos una interesante relación. Mucha gente que

conocía a Amos pensaba que era la

persona más inteligente que jamás había

conocido. Era brillante, locuaz y

carismático. Estaba dotado de una

memoria prodigiosa para las bromas y una

capacidad excepcional para usarlas cuando

quería señalar una cosa. Nunca había un

momento de aburrimiento cuando Amos

estaba cerca. Contaba a la sazón treinta y

dos años; y yo treinta y cinco.

Amos contó a la clase que en la

Universidad de Michigan había un

programa de investigación en curso en el

que se trataba de responder a esta

cuestión: ¿Es la gente buena en estadística

intuitiva? Sabíamos que la gente es buena

en gramática intuitiva: A la edad de cuatro

años, un niño cumple sin esfuerzo con las

reglas de la gramática cuando habla,

aunque no tenga ni idea de que esas reglas

existen. Pero ¿Tiene la gente un sentido

intuitivo similar para los principios básicos

de la estadística? Amos aseguraba que la

respuesta era un sí con reservas. Tuvimos

un animado debate en el seminario, y

finalmente llegamos a la conclusión de que

un sí con reservas no era una buena

respuesta.

Amos y yo disfrutamos con el intercambio

de pareceres y concluimos que la

estadística intuitiva era un tema

interesante y que sería divertido explorarlo

juntos. Aquel viernes fuimos a almorzar al

Café Rimon, el local favorito de bohemios y

profesores de Jerusalén, y planeamos

hacer un estudio de las intuiciones

estadísticas de investigadores sofisticados.

En el seminario habíamos concluido que

nuestras intuiciones son deficientes. A

pesar de los años de enseñanza y de

utilizar la estadística, no habíamos

desarrollado un sentido intuitivo de la

Pensar rápido, pensar despacioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora