La noche fue insoportable.
Por más tiendas de autoservicio que visitamos, ninguna de ellas quería dejarnos quedar. Navidad está a la vuelta de la esquina, aunque muchos toman avión, también hay un montón de gente que va y viene con auto. A pesar de ser noche, las carreteras siempre están abarrotadas. No rondamos en zona de turistas, pero si estamos pleno paso de una carretera central. Hay demasiados viajeros que quieren tomar un bocadillo o van a rellenar el tanque, por ello las tiendas necesitan sus lugares libres.
No quedó de otra más que conducir toda la noche. Entre Michelle, Bryce y yo nos vamos turnando para conducir. July es la única que no sabe, por lo que se quedó todo el tiempo atrás, aunque no diría que estaba dormida, solo se recostaba cuando era turno de que Bryce también lo hiciera. Cuando Michelle manejaba, yo me quedaba a su lado y viceversa, pero cuando tocaba turno de Bryce, Mich y yo nos pasábamos atrás.
Paramos en donde pudimos. Bryce se sacrificó para hacer como que revisaba el motor y quedarnos en la salida de una carretera. July fue a una tienda, estuvo más o menos media hora fingiendo interés por mil cosas, para el final llevarse un café. Luego un embotellamiento, o una gasolinera con mucha fila. Nunca más de media hora. Esas paradas ni siquiera servían tanto para dormir, sino para ahorrar gasolina.
Ninguno descansó como es debido. Y los turnos se fueron haciendo cada vez más cortos porque con tan poco tiempo de descanso, no aguantábamos demasiado al volante. La regla era: a la primera que la cabeza se nos cayera de sueño o los ojos se nos cerraran, tenían que pedir cambio. Además, el copiloto tenía que estar despierto para vigilar que el chofer de turno no nos matara.
No pudimos seguir platicando después de la ronda de preguntas que tuvimos hasta eso de las 11:30 que la parejita volvió y nos pidieron que saliéramos del estacionamiento. Quizá una decisión más prudente hubiera sido aprovechar para dormir en ese rato, pero no la estábamos pasando muy bien entre preguntas y besos tiernos para pensar en las consecuencias de la noche.
No me arrepiento.
Nuestro consuelo fue que al menos podríamos dormir más tarde, a eso de las nueve o diez de la mañana que encontráramos otro centro comercial en el que estacionarnos por un precio razonable. Calculamos el precio de la gasolina y el parking para ver si nos salía más rentable una habitación, pero con los precios inflados de Navidad, esta era nuestra mejor opción.
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Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️
Romance❝Intentan ocultarle a sus mejores amigos lo que surgió entre ellos la noche del baile de máscaras. Esa misión se complica cuando los cuatro deben viajar juntos para llevar a un gato con su dueña antes de Navidad.❞ Sinopsis completa en el interior. �...