20. Papá Noel

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Creo que me volví loca, esta vez de verdad

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Creo que me volví loca, esta vez de verdad.

Estoy segura de que Bryce y July no tardarán mucho en mandarnos al psiquiátrico, a mí y a Adam. Me acabo de dar cuenta, que el choque, lo del aceite y esperar por Santa Claus en la fila... todo eso pasó cuando Adam y yo estábamos solos. July pasó a recogerme de la fila, pero no volteó a ver al panzón porque decía que de solo verlo se le revolvería el estómago. Bryce solo logró ver la mano de la chica elfo que le entregó la nota a Adam.

¿Y si en realidad alucinamos todo esto?, ¿qué tal si estamos en un show como el de Truman? A lo mejor, se les acabaron los actores, estamos en crisis, así que están reciclando a los actores de elfo y papá Noel para hacer de la familia de Bryce.

No tengo idea por qué Santa le llama Twinkie a Adam, pero por su cara sin duda lo reconoció. Así que los de la esquizofrenia no somos solo nosotros dos. ¿Esto es real? Hay tantísimas personas en el mundo, en serio, un montón, ¿¡cuáles eran las probabilidades!?

¡Y allí está Boris! Meow, opina él. Lo dice como si le diera igual que estuviéramos aquí, lo que significa que, en efecto, es Boris.

—¿El papá de Nori es el Santa que se robó a Boris? —adivina Cherry, siempre como la más perspicaz del grupo.

—Lo tomé como garantía de pago —aclara—. Pero, ¿quién es Nori?

—Larga historia —descarto yo—. ¿Y quién es ella? —señalo a la chica rubia. Sé que es la chica elfo, pero, ¿qué hace aquí?

—Me llamo Angela —susurra abrazando más al gato.

—¿Y qué eres de él? —indago de nuevo. Creo que soy la única cuyas dudas son más fuertes que el shock.

La chica abre la boca, pero de su boca no sale nada. Se le queda viendo al padre de Bryce, como pidiéndole permiso, él tiene la misma cara de duda. ¿Son esposos? Mira que el amor no tiene límites, la chica no luce mucho mayor que nosotros, pero no me sorprendería. A lo mejor son amigos porque trabajan juntos. Pero si solo fuera eso, ¿por qué no quiere decirlo?

—Porque no pasan y les explicamos todo —sugiere con una sonrisa él. Despeja la puerta y abre los brazos para la recepción.

Nosotros nos miramos entre sí. Yo asiento, Adam también, pero la opinión que importa es la del hijo perdido. Tiene la mirada clavada en sus zapatos, ya dejo de temblar, pero ahora es una piedra.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora