13. Santa Claus

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Estamos en el estacionamiento del centro comercial más cercano que teníamos a mano, en Kansas

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Estamos en el estacionamiento del centro comercial más cercano que teníamos a mano, en Kansas. Está nevando afuera, puedo ver los copos de nieve caer desde la ventana del auto; y son hermosos, pero ahora estoy más concentrada en encontrar un lugar para estacionarme. Siendo sincera, esta es una de mis debilidades al manejar, porque me distraigo con cualquier cosa —como los bonitos copos de nieve—, y paso desapercibidos los buenos lugares, luego encuentro otro que está más lejos, me niego a quedarme en el, así que vuelvo al que dejé pasar, solo para ver que ya está ocupado.

Esta no parece ser una gran ciudad, pero estamos a pocos días de Navidad. Se hacen todas las compras para la cena, los regalos, o las fotografías con Santa Claus. El lugar está repleto de gente y ya dejé pasar dos lugares por estar distraída o ser muy lenta. Adam tiene cara de que está a punto de echarme del volante, pero estoy exprimiendo las últimas gotas de su paciencia.

—Michelle —interrumpe July, que lleva quince minutos queriéndose arrancar los cabellos desde el asiento trasero, le queda el suficiente amor por mi para intentar ser amable—. ¿Qué tal si Bryce y yo nos adelantamos a comprar los medicamentos en lo que encuentras lugar? Nos escribimos en unos minutos para encontrarnos.

Así July dice lo que todos llevamos media hora pensando. Salva el día como siempre. Me siento mucho más relajada si me quedo solo con Adam, así me libro de los estornudos de Bryce y los regaños de July.

Los dejo en la entrada. El capitán de la nave, Adam, pone su mano en el volante, sobre la mía, y me hace girar cuando ve un lugar para aparcar. Entramos suave y el auto encaja a la perfección, apenas. Dejo salir el aire en un suspiro. ¡Conseguimos lugar!

—Gracias —susurro y me acerco con los ojos cerrados para darle un beso. No sabe cuánto tiempo llevo con sus labios en mente, esperando quedarnos solos de nuevo.

Nuestros labios están a punto de tocarse, es entonces que nos interrumpe el sonido de un golpe desde la parte trasera del carro. Es un golpe en seco que nos sacude hacia adelante y hace que mi hombro toque la bocina.

Otro auto acaba de chocar con el nuestro.

No necesitamos palabras, los dos salimos disparados hacia afuera a ver que ha pasado. El carro está dañado, abollado en el parachoques trasero. El auto detrás es un viejo chevy rojo con la pintura muy desgastada. Nos encontramos con un hombre alto, con barriga, una barba blanca corta y otra barba más blanca falsa en la mano. Lleva un traje de Santa Claus desaliñado. Parece preocupado, se frota la cara entre las manos y maldice para sus adentros. Luego nos ve y su expresión cambia, ahora tiene el ceño fruncido y su mano aprieta la barba como si sus puños estuvieran listos para el ataque.

Hasta que Santa Claus devuelva al gato ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora