4. Siempre querer lo mejor para todos o uno mismo

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Narra Samuel.

Llegué a casa echo de furia por culpa de aquella multa. Ahora lo único que quería era beber una cerveza bien fría para calmarme así que abrí el refrigerador y saqué una y la bebí casi por completo. Me acerqué a la ventana y miré un poco las calles, hoy no sé como todo se encontraba muy tranquilo, había días en lo que la ciudad se volvía completamente un caos. Nosotros a pesar de vivir en uno de los barrios pobres de Madrid no sufríamos la inseguridad de las calles, todos en el barrio nos conocían a mí y a mi hermano y sabían que meterse con nosotros sería un gran error para sus vidas.

— Por fin llegaste.

Me dí media vuelta al escuchar la voz de Nano detrás mío.

— Fui a comprar pan.—Le mentí.

— ¿Así?. ¿Y dónde está el pan?.

— No había.

— ¿No había más pan?. ¿En la panadería?.

Me tomó por sorpresa agarrándome del cuello de la camisa.

— ¡A mí no me jodas, Samu!. ¿Dónde mierda estuviste?.—Me preguntó con el tono alto de su voz— Soy tu hermano, a mí no me mientas.

Lo empujé logrando que se separara de mí.

— Me reuní con James.

— Ese colombiano de mierda... ¿Qué quería?.

— Quiere que hagamos un trabajo para Felipe Montesinos.

— ¿El político?.—Asentí con la cabeza— Debe ser algo muy turbio.

Se quedó pensando unos segundos.

— No, Samuel. Dile a James que no trabajaremos con ellos.

— ¿Qué cojones dices, Nano?. ¿Sabés la de dinero que podrían pagarnos?.

— Esto no se trata del dinero, Samuel. Se trata de nosotros. Y si todos nosotros seguimos con vida después de tantos robos es gracias a mí que soy la cabeza y el líder del grupo.

Me quedé callado. El tenía razón, hemos pasado y salido de muchas cosas juntos y eso fue gracias a el.

— Nano, yo creo que todos estamos cansados de esta mierda. Por lo menos escuchemos de que se trata ese trabajo y si es muy peligroso lo rechazamos, pero tomemos la decisión juntos, como un equipo.

El me miró mientras movía lentamente su cabeza asintiendo de una manera que pareciera no estar tan seguro.

— Vale... Reunámonos con los chicos y llama a James.

⟨⟨•⟩⟩

Narrador.

Después de una larga y extensa charla grupal los chicos decidieron reunirse esta vez todos juntos incluyendo a James para saber más sobre aquel trabajo que Montesinos les tenía.

James (alias, Colombia) es más bien conocido por varias personas en la ciudad por tener muchos contactos, para algunos el no es de fiar pero para otros si. Ahora el colombiano se encontraba sentado frente a una mesa (como un interrogatorio policial) mientras les explicaba con lujo de detalles a la banda de delincuentes que es lo que debían hacer y cuál sería su paga.

— ¿Y qué les parece? Díganme que piensan.—Terminó de hablar y observó a todos con unas caras de confianza menos Nano quién aún parecía dudar.

— Yo digo que aceptemos.—Habló Cayetana— No es algo de otro mundo.

— Opino igual.—Le siguió Samuel. Guzmán, Christian y Ander hicieron lo mismo.

Isadora y Marina lo pensaron un poco más que sus amigos pero se les unieron dejando a Nano con la última palabra.

— Bien. Lo haremos pero a nuestra manera, James. ¿Oíste? Si quieres hacer esto harás todo lo que yo te diga.

— Usted manda parcero.—sonrió.

⟨⟨•⟩⟩

Narra Carla.

— ¿Decepcionada?.—me preguntó mi subinspector mientras conducía la patrulla de camino a comisaría.

El interrogatorio a los empleados del restaurante no había resultado como lo esperaba, ninguno de ellos sabía nada, hasta aún parecían estar asustados por el robo.

— ¿Decepcionada? Claro que no, subinspector. Pero creí que mi teoría era correcta. Si tan solo usted me permite yo...

(Me interrumpe).

— Carla, entiendo el uso de la formalidad pero cuando estemos solos deja de decirme subinspector y dime Polo. Creo que ya tenemos confianza para llamarnos por nuestros nombres. ¿Verdad?.

Yo le miré y sonreí. Desde hace 5 años nos conocemos y siempre había sido amable y atento conmigo.

— Ok, Polo.—le dije— ¿Y ahora que sigue después de esto?.

— Bueno... Sabemos que fueron dos mujeres y cuatro hombres los que robaron el restaurante. Ahora el equipo técnico debe buscar en las cámaras de seguridad de las calles si aparecen ellos en alguna parte antes de entrar a robar. Estoy seguro que los encontraremos.

Se mostraba muy confiado, eso es una de las cosas que me gustaban de el, siempre logra transmitir seguridad sea cual sea el caso. Luego de unas horas más de trabajo llegué a mi casa exhausta, entré en la cocina y tomé una buena copa de vino echo por mis difuntos padres, el señor y la señora Rosón de Caleruega.

Si, como escuchan. Soy hija de unas de las personas más ricas del país. Bueno lo eran... Ahora soy yo la que heredó toda esa fortuna que por cierto aún seguía guardada en el banco. Odiaba la vida de niña rica que tenía, siempre la odie.

Por eso cuando cumplí los dieciocho años vendí la mansión Rosón de Caleruega y me mudé a un nuevo piso más humilde dónde todo era más tranquilo. Regresando a mis padres, la vida o mejor dicho alguien me los había arrebatado en un supuesto "ajuste de cuentas" pero yo no lo creo así. Aquella noche habíamos asistido a un aburrido pero costumbre evento de unos colegas de mi padre, mi madre era la marquesa de Caleruega y yo era la heredera a ese título. En ese entonces ya casi cumplía los 18 años pero para no romper el corazón de mis padres jamás les dije que no me interesaba heredar el marquesado y que en realidad soñaba con ser profesora de literatura o escribir un libro. Una vez ya casi finalizado el evento yo me encontraba charlando con las hijas de de unos socios de papá cuando de repente las luces se apagaron, los gritos de susto y miedo por algunas personas invadieron el lugar hasta que oí los quejidos de dolor de mis padres, ahí fue cuando las luces se encendieron y ellos estaban boca abajo desangrándose en el suelo por unas apuñaladas.

Caminé hasta el sofá para quedarme recostada y ví el retrato de la pared donde estaban ellos junto a mí cuando era pequeña. Los extrañaba como nadie podía imaginarse.

Caos En La Ciudad ~ Carmuel Donde viven las historias. Descúbrelo ahora