Capítulo Uno

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A la edad de ocho años, mi familia decidió mudarse a un pequeño vecindario a las afueras de la ciudad porque mi mamá anhelaba una vida un poco más tranquila por lo menos por cierto tiempo. Supongo que son cosas que solo un adulto podría entender. Por mi parte no fue un gran problema ya que era solo una niña y, por supuesto, mi hermano aún más pequeño. Probablemente ni siquiera recuerde algo de lo sucedido.

Como nos mudamos durante una época donde yo estaba de vacaciones, las cosas marcharon muy bien. Hasta que luego tuve que asistir a una escuela nueva. Entonces tuve miedo, los niños no son iguales en ningún lado y me preguntaba si conseguiría amigos en mi primer día o solo sería ignorada por completo. Por suerte, mi mamá aún estaba en casa y con solo una abrazo me hizo sentir mejor. Me acompañó hasta la escuela y cuando se fue los nervios del primer día volvieron a mí.
Cuando estuve de pie en frente de todos, por dentro solo deseaba salir corriendo a casa pero justo en el instante cuando la profesora dijo que buscara un asiento y una niña de cabello castaño y tan ondulado como unos resortes se puso de pie de forma entusiasta, anunciando casi en un grito: Puedes sentarte conmigo. Fue el instante más feliz que tuve.

Su nombre era tan adorable como ella: Rita. Ella me habló de muchas cosas, me di cuenta entonces que hablar era lo que mejor sabía hacer, porque no había quién la detuviera pero eso solo hizo que conocerla fuera divertido. Incluso llegó a invitarme a jugar con sus amigos aquella tarde luego de hacer los deberes. Más emocionada no podía estar.

♡♡♡

Aquella tarde en la que el sol pintó el cielo de un color anaranjado como el fuego y la brisa aún era fresca como en las tardes de verano, salí casi corriendo de casa a encontrarme con Rita en el parque del vecindario, el cual quedaba a solo unas casas de la mía por lo que no sería complicado que me fueran a buscar por si se me hacía tarde para la cena.

"¡Oh Yuri, Yuri, estamos aquí!", anunció ella a gritos cuando yo solo me hallaba a unos pasos.

Me acerqué entonces a ella, quien como mencionó antes, no estaba sola, sino con dos niños más.

- Este es mi primo Renjun, y este otro es Nana... Jaemin -corrigió entre risas.

- Nana está bien -mencionó con amabilidad.

En poco tiempo ya estábamos corriendo de un lado a otro jugando a las escondidas, a saltar la soga o lo que sea. No creí poder divertirme tanto como ese día.

Un tiempo después, en nuestras aventuras diarias descubrimos un árbol increiblemente hermoso con una vista que daba al lago cuando nos trepábamos en este. Fue así que idealizamos construir una casa del árbol pero no sabíamos cómo... terminé pidiéndole ayuda a mi papá y Rita al suyo; nuestras familias ya se conocían luego de ir siempre juntos de un lado a otro. Fue así que finalmente tuvimos nuestra casa de ensueño, misma que se quedó sin ventanas en muchas ocasiones luego de los incontables pelotazos que le caían.

Gracias a ellos pude adaptarme rápido a nuestra nueva vida, la cual mi mamá adoraba porque ahora tenía inspiración suficiente para continuar escribiendo aquellas historias que había dejado a medio terminar.

Como la Brisa de Verano | JaeminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora