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Mew patea la puerta. Un enorme humo emana de la habitación. Evaporando todos los aires que rodean al pelinegro junto a su prometida y haciéndolos toser. El chico tose cubriéndose el antebrazo con la tela de su camisa. Enseguida que entra, una chica le es empujada al pecho. La chica rebobina por gravedad, pero una toalla color vino merodea su cuerpo. Jadea por chocar con ese tosco pecho, y basta de un segundo para ambos mirarse entre sí.

—¿Piglet?

—¿Mew? — Se reconocen.

El pelinegro baja su brazo del rostro para mirarla estupefacto. Sin poderse creer esta extraña coincidencia. ¿Habían ella y Gulf viajado a Nueva York?, ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Espiar a los prometidos y así poder ser mejores que ellos en la presidencia? Fuera lo que fuera, Mew no lo veía como un simple viaje de vacaciones. Los veía como espías celosos. Sin embargo, este no es el mejor momento para pensar en esas cosas y mejor busca con la mirada a su rival. Hay tanto humo negro y fuego, que no puede verlo. No ve nada de adelante.

—¡Por favor! Saquénla a ella primero. — Se escucha a Gulf decir tras un redonder de fuego. Acorralado buscando la manera de salir, mas no encontrando forma. Tampoco puede ver quiénes son los rescatistas. No ve nada.

—¡Gulf! ¡No te puedes quedar aquí! — Grita Piglet, queriendo lanzarse a buscarlo. Sin pensar en su propia vida. Ella es leal a su novio, haría cualquier cosa por él si pudiera, podrán tener dinero, fama, redes sociales, sin embargo, todas esas cosas son pequeñeces comparado al amor de su vida. Para ella no hay nadie más que no sea Gulf. Su pequeño cuerpo es retenido contra su propia voluntad por los trabajados brazos del pelinegro. Respetuosamente la rodea bajo los senos. Asegurándose de no hacer manoseos indebidos. La chica se sigue retorciendo.

—Oye, tranquila, tranquila, — Intenta absorberla en sus palabras. Ella mira hacia atrás, aterrada. Una vez mira, no puede dejar de mirar, algo en él inspira confianza. Incluso sabiendo que es el rival de su chico. —yo lo buscaré. Por favor, espera afuera junto a mi prometida.

Piglet mira sobre el hombro del rival a la prometida. Esta ingresa consternada para ofrecerle una mano a Piglet. Asintiendo tras sus confíables: «Ven, ven». Interpretando los mismos con una mano.
La chica, aún aterrada, vuelve a mirar al hombre. Dándole por hecho que confiará en él. Él también deposita su confianza en ella. Todo en una simple, sencilla, mirada. Con delicadeza abandona el pecho masculino para estirar una mano hacia Baifern. Acercándose.

Baifern toma su mano y se la lleva afuera. Prestándole atención. —¿Estás bien? — Le pregunta. Piglet no encuentra cómo hablar, en su lugar, da pares asentires como contestación. Aún traumada. No se sentirá bien hasta que el hombre de su vida este junto a ella. No necesita decirlo para que Baifern lo comprenda, ambas vuelven a mirar el interior de la habitación.

Mew se cubre mitad del rostro con su antebrazo. Mirando decidido el bordado de llamas que acorralan al chico. Similar a un boxeador, trota de adelante a atrás en un mismo eje. Recopila las agallas. Pierde el miedo a morir y desentierra otro miedo: «No quiero que él muera. No si lo puedo evitar. »

Corre hacia adelante para brincar el fuego. Traspasa las llamas. Viéndose como un superhéroe en cámara lenta durante el brinco.
Por inercia, Gulf pega un respingo y retrocede, su espalda baja golpeando el bordado de la tina en la que compartían su chica y él. Al ver que no tiene espacio para retroceder más, se agarra al bordado, no queriendo caer dentro. Su héroe queda sobre una rodilla cabizbajo. Viéndose mejor que IronMan.

Paulatino alza la mirada al igual todo su cuerpo. Gulf agranda los ojos de par en par, igual alza las cejas.

—¿Tú? ¿Cómo estás aquí? — Interroga. Encoge los dedos de los pies cuánto más Mew se acerca. Cortando espacio personal con él.

Tom & Jerry| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora