2

330 64 27
                                    

Menos pronto de lo esperado, para el atardecer ya están en el hotel. Juntos en una tina llena de espumas. Ella sentada frente a él, gestionando pucheros de pato para la cámara del móvil que sostiene frente a ellos. Tira muchas selfies. La mayoría sin remover la posición, pero ajustarla un poco: encogerse de hombros, sonreír con la cabeza enderezada, sonreír con la cabeza ladeada. Habían sido tantas selfies, que Gulf ya ni se esforzaba en sonreír. Para las últimas tres selfies comenzó a crear sonrisas mediocres.

—Mi amor,— Intenta llamarle la atención mientras aún tiene paciencia.

—¿Mm? — Ella se sigue tirando selfies mientras pretende escucharlo.

—¿No sería mejor que tomes un descanso del teléfono y nos bañemos de verdad? Llevamos rato aquí solo sentados. Ya me duele el trasero. — Pide amable, frotándose la espalda baja de arriba a abajo.

—Ouh, ¿descansar? Mi amor, debemos mostrar lo felices y íntimos que somos si vamos a ser presidente y primera dama de nuestro país. — Mira atrás súper sonriente. Entusiasmada solo por la posición que obtendrá cuando se casen. Él intenta seguirle la corriente a ese entusiasmo, pero termina decayendo la sonrisa poco a poco..., hasta que simplemente suspira cabizbajo. —Lo sé, pero comparte esas fotos luego. Tomemos un baño real, seamos quiénes normalmente somos fuera de las redes. — Lentamente le retrocede el móvil hasta depositarlo en la mesita de al lado.

Todo despacio. Gentil. Romántico. Con todas las velas que los rodean, es imposible no quedarsele mirando a este hombre. Mucho menos, no caer a su natural encanto. Piglet toma un posición nupcial sobre el regazo del chico para arroparlo del cuello con sus brazos. El agua se sacude de lado a lado cuando ella saca ambos brazos de esta.

Gulf la mira con mucho cariño. El cariño que se supone le debe dar a toda dama, pero sobretodo, a su mujer. La única.
Piglet valora ese amor. Lo ha tenido desde que entró a la vida de este hombre. Quizás no fue en el “momento indicado” como otros dicen, pero sí “el lugar correcto”. Para ella todo es perfecto entre ellos dos. Pero, para Gulf, la mayoría del tiempo él se preguntaba por qué estaba con Piglet si los dos son tan opuestos. Intenta recalcarse que “los polos opuestos se atraen”, pero últimamente, desde que ha competido para ser presidente, eso no le funciona. Ha perdido sentido pensar eso. Ya piensa que es costumbre estar con ella, o quizás, es lo correcto porque dos hombres no pueden casarse en Tailandia ni tampoco gobernar juntos. Con una mujer obtendría muchísimo más respeto.

FLASHBACK:

El día en que Mew dejó de ser su amigo, Gulf se encontraba llorando en una esquina de su vecindario. Vistiendo ropas casuales de estar y con la cornisa de uno de sus labios color morado. Estaba lloviendo así que se empapo por completo. Usando sandalias de osito.

Quién único se detuvo a cubrirlo de la lluvia con un paraguas rosado fue una niña. Piglet. Ella también usaba sandalias de osito, unos cortos al igual que el moreno y una camisa de mangas cortas. Su cabello atado a una coleta.

Gulf, hipoteando, mira arriba a la niña. Sus hombros brincando y dificultándole mirar. La niña que ve parece esculpida por los mismos dioses: un rostro redondito cachetón, nariz pequeña y labios curvecitos. —¿Estás bien? — La recuerda preguntar.

Fue un gusto a primera vista, mas no amor duradero. Pero eso último lo descifraría con el tiempo.

Sin el conocimiento de ambos en ese recuerdo, Mew los vió, parados a una esquina. Empapado, pero había regresado con un paraguas para cubrir a su amigo. Había vuelto por él. Pero, al ver a esa niña junto a Gulf,... Decidió no interrumpir. Pensó que empeoraría las cosas si interrumpía en estos momentos. Aguardo silencio..., entonces lentamente se marchó. Caminando lento. Abandonando la posible vista panorámica de los chicos, usando un paraguas color vino.

Tom & Jerry| MewGulfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora