Capítulo 4

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Hooooola lindxs, ¿cómo están? Ya estoy aquí, de nuevo. Lo prometido es deuda.

Sin más dilación... ¡¡DISFRUTEN Y COMENTEN MUUUCHO!! 🌹🌹🌹


Narrador omnisciente durante toda la historia 

El Mercy Hospital de Miami era sin duda un paraje digno de admirar. Tan poco es que se tratara de un hospital altamente pretencioso a la vista, ni tampoco lo parecían las personas que caminaban de forma ajetreada por la zona. Sin embargo, su esencia, las vistas al mar, o a lo mejor era algo en el ambiente lo que advertía que no era como los demás. Se respiraba un aura de tranquilidad. Se podía olisquear la brisa marina, la sensación primaveral, o el taconeo de las decenas de personas que entraban y salían a toda prisa de allí. Se encontraba rodeado de inmensos jardines, alguna que otra fuente de agua y caminos de piedra grisácea. Los ventanales eran amplios, casi podía verse lo que ocurría dentro. La fachada de un color blanco con tintes marrones y una cantidad abrumadora de pisos que eran imposibles de contabilizar.

Y allí estaba ella, paralizada frente a las puertas de cristal. Observando el vaivén de las olas de fondo y dando toquecitos nerviosos con el pie en el suelo. Aquella mañana lucía unos pantalones negros rasgados por las rodillas, acompañados de unas vans del mismo color. Un top de encaje blanco dejando a la vista parte de su abdomen y con cierto escote en forma de V. De su cuello colgaba una cadena dorada con algún tipo de símbolo imperceptible, además de un par de anillos en la mano derecha. Su cabello azabache se encontraba recogido en una coleta despreocupada, con un par de mechones cayendo por los lados y la sensación de que no se había esforzado mucho en peinarse palpable en el ambiente. Su rostro se encontraba impoluto, sin una pizca de maquillaje, con la piel blanca resaltando bajo el sol y los labios carnosos recubiertos de cacao. Sus ojos verdes parecían algo cansados, se movían de un lado a otro como si buscaran algo...

- Buenos días – se oyó de pronto, provocando que Lauren saltase en su sitio – mi nombre es Diego García y soy residente del hospital – no tiene más de veintisiete años, pensó – soy el encargado de haceros un tour por las instalaciones. Acompañadme por favor.

El grupo de gente comenzó a moverse acto seguido. Lauren los observaba a todos minuciosamente, tratando de poner en práctica lo que le enseñaron y leer parte de su personalidad a través de su lenguaje no verbal. Si iba a compartir la mayor parte del tiempo con aquellos desconocidos debía estar preparada. No eran más de quince personas en total, suponía que todos estudiantes de medicina como ella. Podía apreciar la variedad con tan solo mirarles, todo tipo de estilos, formas de vestir e incluso clase social. Le llamó la atención un chico en particular. Vestía unos pantalones azules de pinza con una botas de tacón en los pies. Además de una camiseta negra algo holgada y una chaqueta fina que parecía de piel. Su semblante era risueño, no había parado de sonreír desde que habían llegado. Portaba una pequeña cartera en la mano izquierda, con un par de perlas en el saliente. Sus ojos delineados eran marrones, como su piel y cabello, de tamaño medio y perfectamente peinado. Lauren no alcanzaba a reconocer la razón exacta por la que se fijó en él. Al igual porque estaba siendo demasiado prejuiciosa y apostaba su brazo entero a que su porte entera gritaba a los cuatro vientos pertenecer, al menos, a alguna de las letras del colectivo.

- Este es el hall – dijo el residente – el hospital se divide por secciones, en el alta norte...

Lauren dejó de escucharle. No podía parar de pensar en dónde se había metido.


Flashback, el día anterior...

Lo único que se escuchaba era el rugido del motor a través de la autopista. Lauren tarareaba una canción de Ed Sheeran en su mente, mientras daba sorbos a su té ya frío y miraba por la ventana. Se preguntaba internamente si estaba haciendo lo correcto. Si de veras era tan importante demostrarle a su madre que podía tomar sus propias decisiones. Si no era suficiente con haberla mandado a la mierda hacía unos años al entrar en la carrera de medicina sin su consentimiento. ¿Por qué le importaba tanto ciertamente? No es como si tuviera que deberle nada a nadie. Su familia era de esas que creía que el futuro te pertenece de forma innata. Que naces, creces y te añades a la ecuación como un valor más. Insignificante y mero valor más.

Addictive [Camren]Where stories live. Discover now