Capítulo 3

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Hooooola lindxs, ¿cómo están? Ya estoy aquí, perdonen la tardanza. 

¿Quién quiere conocer un poco al personaje de Camila en esta historia? No les hago esperar más 😊

Sin más dilación... ¡¡DISFRUTEN Y COMENTEN MUUUCHO!! Les adoro 🌹🌹🌹

Narrador omnisciente durante toda la historia 

Podía oír el murmullo de la gente alrededor. Algún que otro timbre proveniente de las habitaciones y el ajetreo del personal moviéndose de un lado a otro con prisa. Ella caminaba a una velocidad firme, tratando de pasar desapercibida. Aquella mañana lucía una blusa negra de botones con escote no muy grotesco que permitía intuir su tez detallada a causa del sol, además de unos vaqueros altos ajustados y unas plataformas no muy altas de la marcha Chanel decorando sus pies. El cabello castaño al viento, con perfectas ondulaciones deslizándose hasta un poco más abajo de sus pechos, con cierto aspecto húmedo, permitiendo intuir el hecho de que acababa de darse una ducha matutina. Su rostro impoluto: ni una pizca de maquillaje, a excepción de los labios contorneados por un rojo pálido y su piel morena brillando de forma natural. Eso sin contar con sus alarmantes ojos marrones interceptando a cualquiera a su paso. De seguro iba deslumbrando a cada persona que contara con la suerte de admirarla.

Aminoró la marcha. Ojeaba de vez en cuando su teléfono móvil y a la gente que pasaba por su lado, rezando internamente porque no la reconocieran sin su habitual bata blanca. Hasta que...

- ¡Doctora Cabello! – gritaron tras ella.

"Mierda" se dijo a sí misma. Sin embargo, se dio media vuelta lentamente preparando su mejor cara de póker y le dedicó una enorme sonrisa a quien ya se encontraba muy cerca:

- ¿En qué puedo ayudarle?

- Lo siento... no sé si está de servicio, pero – parecía dudar – bueno... me da un poco de vergüenza – el hombre se sonrojó – me han dicho que es usted una de las mejores pediatras del país. Mi hijo... - comenzó a ponerse nervioso – tiene una enfermedad autoinmune un poco extraña. Hemos venido desde Nueva York para verle.

La mujer asintió débilmente y sacó un papel de su bolsillo derecho con intención de apuntar algo. Se lo tendió al hombre, sonriendo con cierto aspecto dulce:

- Ponga aquí su nombre y su contacto – dijo entonces – le llamaré en cuanto tenga un hueco, se lo prometo – él asintió entusiasmado y le devolvió el papel con la información que le pedía – ha hecho bien, señor... - y ojeó hacia abajo – señor Pérez – añadió tras cerciorarse - su hijo estará en las mejores manos. Ha sido un placer, nos veremos pronto.

Rápidamente se giró para continuar con su camino. Cualquier otra persona podría pensar que aquella actitud era un tanto arrogante por el mero hecho de no haber intercambiado mayores palabras, no visitar al niño enfermero de inmediato, o simplemente decirle que le acompañara a su despacho. Sin embargo, lo que la población desconocía es que una profesión como la suya requería de ciertos límites. La doctora Cabello era conocida por sus amplias dotes médicas. Se graduó con la mejor nota de su promoción, consiguió superar el examen de ingreso con creces, y se ganó un ansiado puesto en el mundo de la sanidad. Aquel hombre no mentía, ella era la mejor opción posible para cualquiera. Ningún padre o madre en su sano juicio se cuestionaría el poder acceder a sus servicios si se lo propusieran. Y creedme cuando os digo que bastante amable llegó a ser después de llevar cuarenta y ocho horas de guardia en aquel carcelario hospital.

- Camila – oyó de nuevo.

Apretó la expresión tratando de mantener la calma. "¿Es que acaso no podían vivir sin ella?".

Addictive [Camren]Where stories live. Discover now