Capítulo 5

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Hooooola lindxs, ¿cómo están? Aquí seguimos. 

Sin más dilación... ¡¡DISFRUTEN Y COMENTEN MUUUCHO!! 🌹🌹🌹


Narrador omnisciente durante toda la historia

El sol lucía resplandeciente aquella mañana. El ambiente se encontraba calmado, con el sonido lejano del tráfico y el mar de fondo. Vivir en aquel vecindario era todo un lujo. Su casa se encontraba rodeada de hectáreas de puro prestigio y arrogancia. Decenas de mansiones de lo más pretenciosas a la vista, paisajes de escándalo y personas adineradas. Había oído rumores incluso acerca del presidente del país veraneando por la zona. Pero el caso es que se sentía segura. Segura rodeada de nada más y nada menos que lo mejor de la sociedad, nótese la ironía.

Camila permanecía con los pies descalzos apoyados sobre la silla, bebiendo un vaso de zumo y observando la serenidad que transmitía el agua de la piscina a su lado. Se encontraba en la parte trasera de su chalet, el cual estaba provisto de una enorme terraza, jardín y zona chill out. El lugar contaba con tres enormes pisos repletos de ostentaciones, y a pesar de que la pediatra proviniese de familia medianamente rica, no estaba acostumbrada a tanto. Aquello parecía más un museo que una casa, y aún le costaba adaptarse.

- Buenos días señorita Cabello – dijo una mujer de mediana edad apareciendo frente a ella - ¿puedo retirar ya su desayuno?

La otra ojeó el plato medio vacío y asintió con desgana.

- Últimamente no está comiendo mucho – se atrevió a insinuar - ¿está todo bien?

Camila la miró directamente entonces. A veces se preguntaba si el servicio estaba contratado realmente para ayudarla o para controlarla. Lo cierto es que su marido era un empresario altamente reconocido, querido a la par de odiado. Sus negocios automovilísticos habían calado hondo en la economía del país desde que el hombre puso en pie en América del Norte. Porque lo cierto es que el rey del motor Adam Cox nació y se crio en Europa, más concretamente en Londres, lo cual se encargaba de dejar claro su peculiar acento inglés. Camila lo conoció hacía un año en una cena de gala a la que tuvo la desgracia de acudir. Porque sí, ella era rica y adoraba la autosuficiencia, sin embargo, nunca fue fan de los de su especie. Tontearon durante un mes y comenzaron a salir acto seguido. El británico por aquel entonces era conocido como uno de los mayores solteros de oro. A él y a Camila los separaban nada más y nada menos que ocho años. ¿Pero qué son ocho años cuando te enamoras? Adam Cox era un hombre que aparentaba menor edad, además de que la morena consiguió sacarlo del mercado en un chasquido, ¿cómo negarse ante tal belleza e inteligencia sobrenatural? Sin embargo, a pesar de Camila tener claro que su marido la quería, y a pesar de haberle colocado un anillo y regalarle un sí quiero hacía apenas un par de meses, en ocasiones imaginaba que no se fiaba ni de ella. Aunque tampoco le culpaba.

- No se preocu...

- Sofía – la interrumpió una voz gruesa e imperativa – puede retirarse.

La mujer bajó la cabeza y entró por la puerta transparente con prisa. Camila elevó la mirada hacia el porche, donde una silueta masculina la recibió. El hombre se acomodaba las mangas de la americana azul marina con cuidado, dejando a la vista una camiseta blanca de botones y pantalones del mismo color que la chaqueta. Unos zapatos de charol negros decorando sus pies y el porte que le acompañaba a todos lados deslumbrando en el aire. A través de su ropa podía intuirse su cuerpo atlético y tonificado. Su aspecto se encontraba impoluto, con el cabello rubio perfectamente delineado, además de algo húmedo permitiendo entrever que acababa de ducharse. Le acompañaba también una barba de dos días que le aportaba cierto aspecto sensual. Eso sin contar con el matiz azul cielo de sus ojos, el cual era acompañado de su dentadura de anuncio. Todo un ken de barbie.

Addictive [Camren]Where stories live. Discover now