🔍VIII🔎

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A la mañana siguiente Victoria se había levantado enérgica, pues había entendido que hoy su suegra rescataría a Enola. Recorriendo las concurridas calles de Londres con Watson de compañía, por un instante se preguntó que opinaría Eudoria de su matrimonio con Sherlock.

¿Le gustaría de nuera?, ¿Preferiría que se hubiese casado con Mycroft?, ¿Le molestaba que adoptara a Enola?

En un momento del recorrido, la joven dejó de divagar cuando el perro gruñó. Observando que una de sus patas delanteras se levantaba a modo de molestia, Victoria siguió su mirada encontrándose con la primer persona que había abandonado su boda luego de los votos.

—Mycroft.

—Demonio rojo.

Ambos se miraron desafiantes, acercándose finalmente para estrechar sus manos.

—No creas que no valoro tu presencia, pero necesito preguntar: ¿Por qué estas aquí?

Mycroft sonrío acomodándose su galera.

—Primero que nada, Londres no es tuyo por lo que no debería responderte, pero ya que eres la tutora de mi hermana debo decirte: Me llego la dulce noticia de que esta presa por homicidio; lo cual me lleva a la siguiente cuestión: ¿En qué rayos pensaba al dejar que ustedes se hiciesen cargo?

Victoria sonrío inocente procurando disimular sus nervios.

—Oh, no te preocupes por entender eso, solo sos son detalles que entiendes cuando tienes niños.

—Y Sherlock lo sabrá bien teniendo dos a su cargo- Vicky entrecerro los ojos entendiendo que se refería a ella, notando lo mismo, Mycroft añadió con sorna- No me mires así, me refiero a Enola y ese perro.

Casi como si le entendiera, Watson ladró en su dirección colocándose frente a su dueña. Sino fuera por su altura tan pequeña, la pelirroja estaba segura de que se vería intimidante.

—¿Acaso vino para llevarse a Enola?

El hombre carcajeo verdaderamente divertido, sin importarle quien lo mirara.

—¿Por qué querría arrastrar todos sus problemas a mi buena vida? No digas tonterías.

Victoria soltó un bufido deseando golpearlo.

—¿Y entonces para que volviste?

—Para procurar que mi imagen no se vea manchada-sonriendo despreocupado agregó- Por tanto, avísale a mi querido hermano que esta noche cenaremos los tres como una gran y feliz familia.

Subiéndose pronto a un carruaje que parecía ya esperarlo, no le dio tiempo a Victoria de oponerse a aquella idea.

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Luego de ya llevar unas cuadras, Victoria ya se sentía cansada, además de irritada al pensar en la cena de aquella noche.

—Watson, una cuadra más y regresamos. Y olvídate de que voy a cargarte.

El cachorro movió la cola pero no se detuvo, sino que comenzo a caminar más rápido.

—Eres tan insufrible...- gruñó.

Finalmente se sintió verdaderamente cansada, por lo que aprovecho un banco para sentarse un rato. A su lado, Watson no dejaba de jalar su correa para continuar.

—Última vez que te acompaño en el paseo diario. La próxima iras con Sherlock a investigar los casos.

—O puede salir conmigo y mi Masón.

Victoria HolmesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora