Por la mañana ya todos habían desayunado y estaba en espera de poder seguir viendo la vida de ella.
Todos estaban nerviosos.
-¿Podemos comenzar?-cuestiono la directora McGonagall.
Todos asintieron y llevaron su vista al pensadero frente ellos y como si el pensadero supiera lo que esperaban un humo azul los rodeo una vez más.
Observaron a Artemisa sentada en una cocina con aquel hombre de brazo de metal.
Sentada en la cocina junto a su compañero observaba entrar a Alexander Pierce bajo total oscuridad, lo veía hacer de todo menos notar la presencia de ambos.
Hasta que lo hizo y quedó parado como una estatua con un vaso de leche en la mano.
-¡Ya me voy señor Pierce, ¿necesita algo?-escucho la voz una mujer, suponía que era la sirvienta.
-No renata, estoy bien hasta luego-contesto el hombre.
-De cuerdo, que descanse-escuchaban los pasos de la mujer alejarse.
-¿Quieren leche?-ninguno respondió y el hombre se sento frente a ellos.
Ella observaba al hombre detenidamente.
-El programa se modificó y el intervalo es limitado, dos blancos nivel 6,solo fue el precio que pagué... confirmen su deceso en diez hrs-escucho pasos acercarse y subió la vista justo detrás de Pierce.
-Lo lamento señor Pierce olvide... mi teléfono-hablo la mujer de manera pausada.
Pierce cerró los ojos y se quejo.
-Si solo ubieras tocado-llevo su vista a la mujer sentada y asintió.
Artemisa desapareció de su asiento y re-apareció detrás de la mujer para tomarla del cabello y llevarla arrastrando a otra parte de la casa, dejando atrás un zapato de la mujer quien trataba de zafarse del agarre.
Artemisa llegó al baño en donde con la bruma azul la tendió en el piso sin que ella se pudiera mover.
-Por favor no-la escuchó sollozar, estiro su mano y a ella llegó un cuchillo.
La miró y sonrió mostrando sus perfectos dientes antes de que la bruma desapareciera y la mujer se levantara de manera rápido, la tomó del cuello y la aventó contra el lavabo.
La mujer le aventó todo lo que estaba en el gabinete pero todo lo paraba sin ningun problema, tomó su cuello una vez más y la estampó contra el gabinete una y otra vez hasta que escucho algo tronar.
Todos estaban impactados, Harry estaba paralizado.
No podía creer lo que veía.Habían convertido a su hermana en lo que el más odiaba.